—¿Qué has dicho? —Su rostro se llenó de una mirada de asombro cuando se enderezó y la miró como si ella fuera a anunciar su veredicto de muerte.
—¿Qué he dicho? —Ella no iba a aceptar que le había hecho un comentario sarcástico aunque él la amenazara sobre su vida. Con una mirada inexpresiva en su rostro preguntó, como si no hubiera abierto la boca ni una sola vez, lo que le provocó una sonrisa.
—¡Nunca me di cuenta de que habías adquirido suficiente valentía para mentirme en la cara! —Ella lo miró fijamente durante largo tiempo para prepararse para sus próximas acciones, pero no se movió en absoluto.
—Si estás esperando que te castigue, entonces no lo hagas. Estoy de buen humor como para arruinarlo por una pequeña riña, pero eso no significa que sea una persona muy paciente.