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La bestia oscura miraba a la chica que se parecía tanto a su ama intentando asegurarle y se sintió divertida. ¿No debería ser él quien asegurara que no la mataría?
¿Por qué era ella quien intentaba hacer las paces?
Su ama nunca había sido así. Era una mujer fuerte que nunca mostraba bondad a los extraños.
Herida por su familia y por aquellos a quienes amaba, era una mujer de mirada fría que nunca bajaba la guardia.
Mientras la miraba, ella era un alma bondadosa. Él podía ver una chica inocente que aún creía en la bondad del mundo y tenía muchas esperanzas para su futuro.
Sus ojos que aún estaban vivos eran demasiado diferentes a los de su ama, sin embargo se sentía tan familiar y esa sensación extraña que lo hacía emocionarse.
Rafael se lo había dicho una y otra vez. ¡No! Decir fue una palabra equivocada. Él lo había amenazado una y otra vez para que no visitara a Hazel. Había amenazado con matarlo a pesar de saber que nada en el mundo podía hacerlo.
