—¿Una misión secreta? —inclinó la cabeza y la miró esperando que hablara más, pero él se quedó en silencio después de eso, lo que hizo que ella frunciera el ceño.
No quería decir a otros lo que estaba pensando, pero al mismo tiempo, siempre esperaba que ellos supieran la verdad es una de sus peculiaridades.
—¿Ya no estás adivinando? —ella negó con la cabeza ya que sabía que él esperaba que analizara más.
—¡No! Ya que lo sabré en unos minutos, ¿por qué gastaría mi energía en eso? —aunque se comportaba con indiferencia, él podía ver un atisbo de molestia en su voz y se rió entre dientes.
—Mm, ¡ya estamos aquí! —dio una palmada detrás de él y pronto el carruaje se detuvo en una esquina.
Como siempre, el cochero no vino a abrir la puerta, pero Rafael la abrió como en los carruajes compartidos y ayudó a Hazel a salir también.