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—¿Qué pensabas? —preguntó con sarcasmo—. ¿Qué no me di cuenta de cómo frunciste el rostro y corriste para evitar mi presencia? Soy una princesa herida. Creo que estamos desarrollando una amistad. ¡Incluso había pensado decirte cuánto te eché de menos! —exclamó con frustración—. Pero, ¿por qué? ¿Por qué este vampiro no la dejaba en paz?
La mayor parte del tiempo, sentía que él intentaba encontrar entretenimiento en ella, igual que Rafael. ¡La única diferencia era que él participaba activamente en el espectáculo mientras que a Rafael le gustaba mantenerse al margen y disfrutar como espectador!
Espera, ¿por qué estaba comparando a ambos? Como si hubiera comido algo que no podía ni tragar ni escupir, su rostro se volvió feo y sus mejillas se hincharon.