—No es necesario que se preocupen tanto. ¡Un vestido sencillo bastaría! —Hazel miró los vestidos con una mirada de desaprobación en sus ojos.
Los vestidos eran más pesados de lo que uno usaría en una fiesta de baile o en su propia boda. Aunque era la emperatriz, solo se vestía de manera modesta cuando salía. ¿Por qué le estaban mostrando un vestido tan elegante hoy?
—Mi señora, don Alfred envió personalmente los vestidos diciendo que mi señor los había elegido. —¿Lo hizo!? —Ella alzó una ceja ante la extraña respuesta ya que no podía creerlo.
Después de ignorarla durante una semana, ¿la estaba tratando tan bien hasta el punto de elegir un vestido para ella? ¿Ese vampiro astuto la tomaba por tonta?
Tomando aliento, examinó los vestidos una vez más. Todos eran tan elegantes y sensuales. Con un escote profundo en la espalda hasta un escote bajo, una larga abertura desde los muslos hasta pequeñas aberturas en su cintura.
Ya podía sentir el dolor de cabeza que tendría por la noche.