—Mi señor, me alegra que haya vuelto, pero ¿dónde está la dama? —Rafael supo en ese instante que el hombre había planeado algo para Hazel con la forma en que sus ojos astutos brillaban. Solo pensar en ello creaba el deseo de arrancarle la cabeza del cuerpo, pero se contuvo ya que el espectáculo no había terminado.
—Ella no está aquí porque olvidaste asignarle unas criadas cuando regresó. Pero no tienes que preocuparte, ella estará aquí pronto —miró a los dos caballeros que la habían escoltado a la habitación antes mientras hablaba la última frase.
Tomando la indirecta, ambos caballeros inclinaron la cabeza y se fueron a buscar a la dama, solo dándose cuenta ahora de que había tomado mucho más tiempo del necesario para cambiar un vestido.
Los ojos de Rafael se alzaron y miró hacia las escaleras nuevamente cuando el hombre se sobresaltó.