—Y la oferta comenzará desde 1000 monedas de oro —sus ojos se abrieron de par en par mientras se inclinaba un poco y se apoyaba en la pared de vidrio y parpadeaba como si la escena que estaba viendo frente a sus ojos fuera una ilusión y si miraba detenidamente, entonces se desvanecería.
—¿Los objetos raros de los que hablaban son todos humanos? —incluso cuando susurró, no podía creerlo.
Cuando le había oído hablar de esclavos hace un rato, había pensado que debían ser ciudadanos del país derrotado o gente pobre que se vende voluntariamente a las familias ricas para apoyar a su familia.
Pero nunca había pensado que serían degradados como objetos y mostrados al público mientras eran humillados en el escenario.
¡Y la ropa que ella llevaba...!