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Cuando Emmelyn despertó a la mañana siguiente, encontró que el lado de la cama a su lado ya hacía tiempo que estaba frío.
—Hmm... —Miró por la ventana y vio que todavía estaba un poco oscuro afuera. Tal vez eran solo las siete de la mañana.
Cuando sintió la cama a su lado, Emmelyn se asombró. ¿El lado de la cama de Marte se había enfriado tan pronto? ¿A qué hora se levantó ese despreciable príncipe y abandonó la cámara? ¿Qué estaba haciendo tan temprano?
La perplejidad de Emmelyn no duró mucho. Estiró su cuerpo y bostezó grande. El aire de la mañana todavía estaba helado, y ella apretó su manta. Emmelyn quería volver a dormir. Entonces, cerró los ojos.
Sin embargo...
—¡Caramba! ¿Qué pasó anoche? —De repente, Emmelyn abrió los ojos y se sentó en la cama, apoyándose en el cabecero de madera. Su mano derecha sostenía su frente y la masajeaba ligeramente.
Su memoria regresó al evento de la noche anterior, cuando Marte comenzó a actuar extrañamente. Sí, ese hombre no se comportaba como de costumbre.
Emmelyn recordó que Marte siempre había sido amable con ella. Le pediría que tomaran un baño juntos antes de ponerse manos a la obra para 'hacer sus bebés'.
Una vez terminaban, él abrazaría a Emmelyn para dormir, compartiendo el calor de sus cuerpos durante las frías noches de otoño.
Sin embargo, anoche, nada de eso sucedió. El hombre apenas si le hablaba.
Incluso cuando tuvieron sexo, él no hizo absolutamente ningún ruido, y terminó el asunto tan rápido, como un niño castigado a ordenar su habitación y por lo tanto lo hizo de mala gana y apresuradamente.
—¿Qué pasaba? ¿Qué hizo cambiar a Marte? —pensaba Emmelyn, confundida.
La chica golpeaba con sus delgados dedos su frente. Intentaba recordar todo lo que había sucedido antes de que Marte de repente se callara.
Ahora estaba segura de que el príncipe no estaba enfermo, sino molesto o enojado. Tenía que ser una de esas dos.
—Ahhh... cuanto más forzaba su cerebro a recordar, más mareada se sentía. Parecía que nada fuera de lo ordinario había sucedido antes de que fueran al dormitorio.
Todavía estaban charlando después de que el Doctor Vitas se fue. Marte hablaba del baile que su madre estaba organizando para celebrar su cumpleaños y cómo debían inventar una excusa para decirle a la reina por qué los dos no se estaban casando.
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Aparte de esas dos cosas, Marte y Emmelyn no hablaban de nada más. Entonces, ¿qué pasó entre la cena y la hora de dormir que hizo que Marte de repente cambiara su actitud?
Después de devanarse los sesos por un rato, Emmelyn finalmente se rindió. Decidió preguntarle directamente a Marte qué lo había molestado.
[Bastardo. ¿Cómo puede darme el tratamiento del silencio?]
[¿Cree que puedo leer la mente?]
[¡En serio!]
Emmelyn finalmente salió de la cama, se puso su ropa y se cubrió con un abrigo grueso. Sabía que debía de estar helado afuera a esa hora de la mañana.
Buscaría a Marte y le preguntaría directamente al hombre qué lo había enfadado.
—Roshan, ¿sabes dónde está el príncipe Marte ahora? —preguntó Emmelyn cuando vio al mayordomo saludarla enfrente del comedor. La chica podía oler la comida del desayuno siendo preparada desde la cocina.
El olor apetitoso de sus platos favoritos le hizo sentir instantáneamente hambre. Sin embargo, la chica intentó distraer su mente de la comida y centrarse en encontrar a Marte.
—Su Alteza está practicando combate con sus soldados —dijo Roshan con una reverencia.
—¿Tan temprano? —preguntó Emmelyn sorprendida. Según su cálculo, eran solo las siete de la mañana. El sol ni siquiera había aparecido. —¿Desde qué hora?
Roshan se aclaró la garganta. —Desde las 5 de esta mañana.
—Whoaaa —Emmelyn sacudió la cabeza.
Cielos. Debe ser muy serio que el despreciable príncipe se levantara tan temprano y torturara a sus soldados con el entrenamiento de combate.
Los días de otoño eran muy cortos. El sol solo salía a las 8 am y se ponía a las 6 pm.
Por la última semana, recordó que Marte siempre se despertaba a las 7 am y empezaba a entrenar con sus soldados. Luego, volvería al castillo para desayunar con Emmelyn a las 9 am, antes de volver a continuar entrenando o ir al palacio real para atender deberes de estado.
—Llévame a donde está él —dijo Emmelyn, subiéndose el abrigo. Siguió a Roshan, quien iba adelante saliendo por la puerta principal del castillo hacia el gran patio delante del castillo.
Allí, vio a cientos de soldados practicando la lucha con espadas con sus compañeros.
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Enfrente de ellos, vio una figura masculina muy familiar de pie con los brazos cruzados sobre su pecho.
Marte estaba erguido de espaldas a la dirección de Emmelyn. Los rayos del sol que lentamente se elevaban en el horizonte este iluminaban su cuerpo como una hermosa silueta.
Por un momento, los pasos de Emmelyn se detuvieron mientras admiraba la figura.
—Ese es Su Alteza Príncipe Marte. ¿Hay algo más que Su Alteza necesite de mí? —preguntó Roshan cortésmente.
Emmelyn movió la cabeza negando y agitó su mano. —Puedes irte.
—Gracias, Su Alteza. Iré a la cocina y me aseguraré de que los cocineros prepararon un buen desayuno para ambos —dijo.
Roshan entonces se retiró, volvió a entrar al castillo. Mientras, Emmelyn se acercó a Marte.
—Su Alteza, quisiera hablar con usted —dijo Emmelyn al llegar detrás del hombre. Su voz era suave pero firme e inmediatamente captó la atención de todos los que estaban entrenando en el campo.
Los soldados dejaron instantáneamente de atacar a sus respectivos oponentes cuando oyeron su voz.
Marte se giró y encontró a la hermosa chica de pie con su abrigo subido y su cabello ondeando en el viento.
[¡Locura! ¿Qué hace ella aquí tan temprano?]
[Hace tanto frío aquí afuera...]
[Caramba...]
Marte murmuraba para sí mismo, pero no dijo nada. Todavía estaba molesto con Emmelyn.
—Estoy ocupado —fue todo lo que dijo Marte. Luego gritó a sus soldados, que claramente estaban muy cansados y con frío. —¿¡Quién os dijo que pararais?!
Los soldados, que se habían mostrado aliviados con la idea de que el príncipe iba a ver a su mujer y les dejaría descansar, de repente se vieron abrumados por la decepción.
Antes, al alba, cuando todos estaban profundamente dormidos bajo sus mantas, de repente un comando los llamó al campo para entrenar.
Esto era muy inusual. En el pasado, esto solo sucedía cuando había un ataque sorpresa por parte del enemigo que engañaba atacando en silencio.
Los soldados se preguntaban qué tenía mal el príncipe para torturarlos con un entrenamiento tan riguroso a estas horas de la mañana.
Al ver la presencia de Emmelyn, concluyeron inmediatamente que la tortura que habían recibido tenía algo que ver con esa chica.
Uff...
—Realmente quiero hablar contigo —dijo Emmelyn de nuevo, ignorando la negativa del príncipe. —Esperaré hasta que no estés ocupado.
La chica se mantuvo tercamente de pie donde estaba con los brazos cruzados al pecho, tratando de calentarse del viento en una fría mañana de otoño.
[¿Qué? ¿Ella esperará hasta que termine? ¡Locura! ¡Hace tanto frío aquí afuera!]
[Mi futuro hijo va a tener frío...]
[¡Cielos! Esta mujer...]
Marte levantó inmediatamente su mano y gritó, —Tomad un descanso de cinco minutos. ¡Enseguida vuelvo!
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