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—¿Eh? Entonces, ¿no es realmente su hijo? —Maxim se sintió intrigado por la historia de Renwyck. —¿Cómo lo supiste?
—Renwyck dejó escapar una risa nerviosa y volvió a tomar un sorbo de su vino. —El chico no es humano. No sé cómo terminó con Margueritte, pero él fue la razón por la cual Margueritte decidió aislarse en la montaña y construir un castillo de hielo. Parecía que quería esconderlo de— No sé de quién. Ella no lo diría.
—¿Cuándo fue la última vez que los viste? Digo, antes de hoy —Maxim preguntó de nuevo. Al parecer, la historia de Margueritte y Rafael era bastante interesante. —¿Cuánto tiempo ha vivido allí? Nunca había oído hablar de ella hasta hace poco.
—Bueno, los conocí hace diez años. El chico tenía solo ocho. Creo que Margueritte mantenía un bajo perfil cuando el chico aún era joven. Y ahora que es mayor, decidió relajarse más. Él me llamó tío porque me casé con la hermana de Margueritte —explicó Renwyck.