Qi Shuai corrió tras Yi Lan pero antes de que pudiera alcanzarla, ella ya se había ido. Sabía que estaba herida. Antes, en la casa, podía ver sus ojos sosteniendo las lágrimas diez veces la cantidad que contenían el día en que él la rechazó sin piedad. Ese día también la razón detrás de sus llantos era él y en el tiempo presente también, era él cuyas mentiras le habían causado tanto dolor.
Nunca pensó que cuando se tratara de su amor, sería tan impotente y cobarde.
Por otro lado, en la terminal de jets privados del aeropuerto de la ciudad de Jingling, un brillante Embraer Legacy 600 había aterrizado con éxito pero incluso después de media hora no se veía señal de movimiento de nadie saliendo.