Al dirigirse a la cocina, Aurora se encontró con Scarlet caminando con la cara hinchada.
—Scarlet, ¿por qué te ves tan triste? —preguntó Aurora, acercándose a ella y colocando con delicadeza sus manos en ambos lados de las mejillas de Scarlet para buscar señales de angustia. La imagen que había presenciado en la habitación de Scarlet esa misma mañana la hizo sospechar si algo malo había pasado entre ellas.
—¿Te hizo daño? —inquirió Aurora con preocupación, intentando inspeccionar el cuerpo de Scarlet en busca de lesiones, pero no pudo encontrar ninguna, lo que solo aumentó su preocupación. Scarlet permaneció en silencio, sin mover la boca ni mostrar ningún deseo de hablar.
De repente, Scarlet se percató de la pregunta de Aurora y preguntó:
—¿Cómo supiste que él estaba en mi habitación?
—Bueno, solo fui a verte y fue entonces cuando os vi a ambos —explicó Aurora, y Scarlet asintió en respuesta. Scarlet se dio cuenta de que había sido Aurora quien hizo el ruido que la despertó.