Acomodándose en su asiento junto a Damien, Aurora mantuvo deliberadamente su mirada fija en su comida, evitando las miradas enojadas y odiosas dirigidas hacia ella.
A medida que todos comenzaron a comer, el comedor cayó en un silencio tranquilo, y Aurora sintió un alivio. Deseaba fervientemente que ninguna discusión o pelea arruinara su desayuno.
De repente, Laura se giró hacia Aurora y con una pregunta inesperada, Aurora se atragantó con su comida.
—¿Cómo conociste al Alfa? —preguntó Laura.
—Lo siento —Aurora se disculpó rápidamente, limpiándose la boca apresuradamente.
—¿Cómo conociste al Alfa Damien? —Laura repitió, su tono llevaba un filo de sospecha.
—Lo conocí en la mansión —respondió Aurora con firmeza, intentando no revelar demasiado.
—Obviamente —Laura rodó los ojos, indicando que era esperado conocer al Alfa en la mansión. Sin embargo, su verdadero interés yacía en algo más.