—Damien, quien había hablado de comprarle zapatos, en cambio la había hecho llevar una bolsa de ropa que había comprado para él. Si había algo más que notó acerca del hombre que la había comprado tan felizmente, era que no solo regateaba los artículos que compraba sino que también era extremadamente exigente.
Por supuesto, Penny también se consideraría exigente si tuviera la opción del dinero, pero este hombre aquí era mucho peor que una mujer de compras. Habían estado en más de siete tiendas y había hecho que los vendedores y vendedoras le trajeran ropa una tras otra, pasando el tiempo mirando con una expresión absolutamente aburrida en su rostro hasta que encontraba una camisa que le interesaba remotamente para luego soltarla. Una de las tiendas había logrado impresionarlo de alguna manera, donde finalmente las compró, pero no por el valor que habían establecido.