Justo cuando caminaba, avistó a alguien que estaba en la punta del acantilado mirando hacia abajo la altura donde se encontraba. Con los labios fruncidos, Penny decidió acercarse a ver a un hombre cuyas piernas temblaban de adelante hacia atrás como si se preparara para saltar desde allí.
—¡Oye! —Penny le gritó al hombre, su voz fuerte ya que el aire era muy brisado aquí en el acantilado. El hombre se volteó para mirarla y sus ojos se agrandaron por la sangre que cubría su camisa blanca junto con sus manos—. ¿Qué estás haciendo ahí? —le preguntó. Era obvio que planeaba suicidarse desde esa altura.
El hombre movió los labios pero las palabras que habló no llegaron a sus oídos.