—Gracias —dijo ella, significando esas dos palabras desde el fondo de su corazón.
Hace unos meses, había estado ocupada poniéndose al día con su propia vida donde tenía que traer dinero para mantener la casa y luego para olvidar la pérdida de su madre, pero con Damien entrando en su vida, no había un solo día que fuera aburrido. Habían empezado como gato y perro, o quizás aquí gato y ratón, pero las cosas habían cambiado a algo mucho mejor, tanto que ella podría caerse del acantilado por su palabra sabiendo que él tendría una manera de salvarla.
—¿Por qué me estás dando las gracias? —él le preguntó, tocándole la punta de la nariz hacia adelante y hacia atrás haciéndola reír.
—¿Qué haces? —ella continuó sonriendo, lo que hizo que él se quedara mirándola fijamente.