Sus dedos de los pies se rizaron donde estaba parada con sus zapatos, sus piernas se movían e incapaces de quedarse quietas antes de que Damien usara su mano para mantenerla en su lugar.
Sus labios mordisquearon el nub, jugueteando con él antes de apartar su dedo y reemplazarlo por completo con su boca. Sondeando su entrada con su lengua, mientras lamía el jugo que había empezado a formarse en la parte inferior de sus labios. Aspiró tan fuerte como pudo y cuanto más lo hacía, más ella gritaba.
—¡Damien! —había una necesidad evidente en su voz cuando pronunció su nombre, queriendo que él le diera la liberación de esa tortuosa provocación, pero el hombre lo estaba disfrutando al máximo y no parecía que fuera a permitirle terminar. La llevaba al límite una y otra vez para luego retroceder, negándole lo que ella deseaba de él.
—Por favor, no más —ella gritó lo que solo hizo que él sonriera y sus ojos brillaran.