—¿Tuvisteis una disputa la semana pasada con Grace que no para de fastidiarte? —preguntó, lamiendo con su lengua los restos de sangre en sus labios.
—No he hecho nada para ofenderla, maestro Damien —respondió Penny preguntándose si era por la única razón de ser la esclava de Damien que Grace había decidido tomarla como blanco cada vez que la encontraba sola.
—Debe ser por culpa mía entonces —sonrió él, lo que no resultó muy tranquilizador para Penny—. Ama demasiado a la familia como para dejar de meter su nariz en los asuntos de los demás. ¿Qué habrías hecho si no hubiera bajado hoy? ¿Lista para tragar algo de buena y vieja sangre espesa de un difunto? —Damien jugueteaba con el borde de la taza de té vacía que estaba a su lado, moviendo su dedo en círculos lentos y delicados.
—Esperaba que lo hicieras —de hecho, Penny había rezado con la esperanza de que él estuviera allí para sacarla de esa situación complicada.