—Yan Xiuchen sabía que estaba perdido por ella. Después de ese beso repentino que compartieron antes, no podía sacar el recuerdo de su mente. Una vez que el anciano Meng se fue, levantó la mano y trazó su labio inferior suavemente y se sonrojó profusamente. Luego bajó la cabeza y se preguntó si todo lo que había sucedido no era más que un espejismo de su imaginación.
—¡Xiao Rufeng lo había besado! ¿¡Besar a alguien como él?! ¿Qué estaba ella pensando?
Camino hacia su habitación, por los oscuros pasillos con los que estaba familiarizado. Yan Xiuchen no estaba seguro de qué había hecho que Xiao Rufeng lo besara, y se preguntó si ella lo lamentaría una vez que se diera cuenta de la gravedad de lo que había hecho.