Su Xiaofei regresó a casa con su madre y Lu Qingfeng aquella tarde llena de silencio. El pronóstico del médico era el mismo que el anterior, dejándoles sin otra opción que convencer a su madre de someterse a la quimioterapia lo antes posible.
Ella sabía que en la vida, no todo era sol y arcoíris, pero aún le dolía saber que no podía hacer nada para ayudar a su madre a recuperarse. Si fuera posible, quería hacer feliz a su madre durante los días que le quedaban de vida.
Esa noche, se sentó en su cama, sujetándose la cabeza con ambas manos, con las uñas clavándosele suavemente en el cuero cabelludo mientras respiraba hondo, preguntándose qué debería hacer. Había muchas cosas que quería hacer por sí misma, pero ahora que su madre estaba enferma, nada de eso le importaba ya. Había pensado que había renacido para vengarse de aquellas personas que la habían perjudicado, pero ahora, no quería más que pasar más tiempo con su madre.