Yun Qingrong y Lu Qingfeng permanecieron con el resto de la familia Yun e incluso cenaron con ellos. Desde el rincón de su ojo, Lu Qingfeng podía ver que su Tía Qing estaba bastante aprensiva acerca de su charla con sus hermanos más tarde. Si el viejo general podía percibir sus preocupaciones, el anciano no mostró ninguna indicación de que supiera de ello.
Cuando llegó el momento de que Yun Qingrong se marchara para hablar con sus hermanos, Lu Qingfeng se levantó, con la intención de acompañarla, pero la mujer sujetó su muñeca para detenerlo. Ella negó con la cabeza y le sonrió.
—Está bien, Xiao Feng. Has hecho suficiente por esta anciana. Déjame continuar desde aquí —le dijo ella.
—Si estás segura, Tía...
La preocupación apareció en el rostro de Lu Qingfeng mientras la miraba. ¿Realmente estaría bien ella por su cuenta? Se preguntaba.
—Estoy segura. Lo peor ya ha pasado de todos modos, pero gracias, Xiao Feng. Saber que estás aquí es suficiente para ayudarme —le aseguró.