Qin Muyao sabía que acababa de tocar fondo, y todos no podían esperar su turno para golpearlo con sus desagradables palabras y comentarios, como si supieran la verdad.
Una semana después de que el escándalo estallara, había perdido no solo a sus amigos sino también a su carrera de la noche a la mañana. Aquellos que en el pasado lo habían adulado fueron los primeros en condenarlo por abandonar a su exnovia.
Cuando todavía estaba bañándose en la gloria, muchos de ellos se le acercaban pidiéndole favores uno tras otro. Había sido un tonto al creer que, mostrando bondad hacia los demás, ellos también lo tratarían un poco mejor en el futuro.
Lo peor de todo era que no había ni una sola persona en la industria, excepto su madre, que creyera sus palabras.