Los ojos de Su Xiaofei brillaban de alegría cuando clavó su tenedor en la rebanada de pastel de su plato, mordiendo un pedazo, saboreando su delicioso sabor con regocijo. ¿Quién hubiera pensado que existía un lugar como este en Ciudad Qiying? El café era más pequeño y se veía más sencillo que aquellos a los que había visitado previamente con Lu Qingfeng, pero su menú era mucho mejor que los anteriores.
—Me da la impresión de que te gusta el lugar —dijo Lu Qingfeng mientras daba un sorbo a su café negro. No importaba si era joven o un hombre adulto, su paladar estaba más acostumbrado al sabor del café que al de los tés tradicionales. Esta era la razón por la que en su vida anterior solía tener una colección de diferentes cafés.
—No me gusta —negó con la cabeza Su Xiaofei—, ¡porque me encanta! Lo corrigió.