Se decía que un tigre feroz invertía toda su energía cada vez que cazaba. No importaba si fuera tan solo un conejo o un ciervo, no vacilaba. Así que Lu Qingfeng esperaba pacientemente afuera mientras aguardaba a que Yun Xiang y la policía capturaran a Chen Hao y a su gente.
—Paciencia —se recordaba a sí mismo. De algo estaba seguro, prolongaría el sufrimiento de Chen Hao hasta que deseara estar muerto en lugar de estar medio muerto e incapaz de hacer nada por sí mismo.
Han Zijun casi había terminado con el antídoto, pero cuanto más esperaban por el nacimiento de sus hijas, más estresante era para Lu Qingfeng. Había estado al filo de la tensión desde que Su Xiaofei quedó embarazada, sabiendo que también había sido envenenada al mismo tiempo.