Ella no esperaba ser despertada al día siguiente por una llamada telefónica. Xi Qian gruñó y se giró hacia un lado, buscando a tientas su teléfono. Pero en cambio, su mano tocó algo cálido y duro al mismo tiempo. Al levantar la cabeza para ver qué era, se dio cuenta de que Li Xiran había decidido pasar la noche con ella y aún no se había ido.
—¿Quién te llama tan temprano en la mañana? —gruñó él, antes de pasarle el teléfono a su mano. Luego se cubrió los ojos con un brazo en un intento de dormir más, aunque era obvio que ni él ni Xi Qian podrían volver a dormir a este ritmo.
Xi Qian contestó el teléfono y lo presionó entre su hombro y su oreja para escuchar. Luego agarró la camisa desechada de Li Xiran y salió descalza del dormitorio, en silencio. Le parecía que todos estaban en una misión para arruinar sus planes de tomar un breve descanso.