Yan Xiuchen despertó antes de que el sol saliera en el cielo. Aún estaba oscuro afuera, pero algo le hizo cosquillas en la cara, lo que le llevó a encontrar un montón de cabello desordenado en la almohada junto a él.
Cierto. Xiao Rufeng ahora pasaba sus noches aquí en su cama desde la noche que visitaron a su familia. Hubo momentos en los que se preguntó si todo aquello no era más que un sueño. Sin embargo, anoche, cuando hicieron el amor por tercera vez, se sintió demasiado bien, demasiado real como para seguir dudándolo.
Nunca en su vida pensó que compartiría tal intimidad con otra persona. Xiao Rufeng le permitía tocarla, besarla y hacerle el amor hasta que ella se retorcía de placer y deseo. Ella había acogido su toque. No, más bien ansiaba por ello.
Yan Xiuchen extendió su mano y apartó un mechón de su oscuro cabello de su hermoso rostro, observándola dormir. Su corazón estaba lleno de amor y gratitud por ella, así como de una alegría que nunca pensó que fuera posible.