Mientras tanto, era la primera vez que Qin Muyao encendía la televisión en su casa desde el escándalo, asegurándose de mantener el volumen bajo para no molestar el sueño de su madre. En ese momento, todas las luces de la casa estaban apagadas y sólo la luz de la televisión iluminaba la sala de estar.
Las palabras que Su Xiaofei había dicho antes seguían reproduciéndose en su mente mientras el contrato estaba abierto sobre la mesa, esperando ser firmado delante de él.
Las noticias de entretenimiento estaban en pantalla y la presentadora volvía a mencionar la reacción negativa que Qin Muyao había recibido de los internautas y cómo su agencia anterior había decidido despedirlo.
—¡Es tan repugnante! ¿Creyó que porque era popular y rico ahora, podía jugar con el corazón de una mujer? —dijo una voz.
—¿Es que acaso es humano? ¿Cómo puede negar la paternidad de su propio hijo? —preguntó otra.