Xenia miró a su hermana Mineah, y no pudo evitar sentir un agudo dolor atravesar su pecho. Su hermanita tenía que sufrir esta discriminación sola, y ella no podía hacer nada para detenerla.
Xenia cerró sus puños con fuerza, sus nudillos volviéndose blancos mientras reunía el coraje para expresar sus pensamientos. Abrió la boca para hablar por su hermana, pero la voz del Rey Vampiro llegó primero.
—¿No estamos también nosotros malditos? Estoy seguro de que la mayoría de los humanos consideran a nuestra especie maldita también —dijo el Rey Nikolai con calma, una sutil sonrisa apareciendo en su rostro mientras su mirada se desviaba hacia su hermana.
—¿No es acaso un emparejamiento hecho en el cielo? Unir a dos personas que están ambas malditas. Un monstruo chupasangre casándose con una princesa maldita. Estoy bastante seguro de que la Princesa Mineah y yo nos llevaremos bien, mi querida hermana, así que por favor, no te preocupes más.