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En el mundo subterráneo, los gritos del hombre podían escucharse resonando por los pasajes cerca del Gran Salón mientras Laurence Hawthrone era torturado por Vladimir.
—¡AHHHHH! —Laurence gritó de dolor cuando sintió los anillos de hierro candente apretarse alrededor de su cuerpo. Se sentía peor que el dolor que había sentido hasta ahora. Y era porque Vladimir le había dado a Laurence el descanso que necesitaba de la tortura para que su cuerpo recordara cómo se sentía la ausencia de dolor antes de comenzar a infligirle el dolor de nuevo.
—¿Te suena? —preguntó Vladimir—. Estos son anillos de hierro especializados. Perfectamente calientes, que comprimirán tu alma y cuerpo, y por mucho que esperes a que la muerte llegue para detener la agonía, eso nunca va a suceder. ¿Cómo te sientes al respecto ahora mismo? —Vladimir miró a Laurence, escuchando la música que salía de la boca del vampiro.
