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Greyson no sabía lo que estaba pasando, y parecía confundido con los ojos entrecerrados. El sonido de la risa maliciosa continuaba llenando todo alrededor, y los demonios que habían disparado balas a Calhoun tenían una expresión perpleja en sus rostros.
La sangre y la carne comenzaron a unirse hasta que Calhoun se puso de pie como si no hubiera sido herido.
—Naces en el reino terrenal. Esto no es posible —murmuró Greyson en voz baja—. ¡Todos atáquenlo! —comandó Greyson, y todos los demonios comenzaron a correr hacia Calhoun.
Calhoun había jugado suficiente, y decidió que era hora de que el demonio muriera junto con el resto de ellos. Se agachó sobre una de sus rodillas y colocó su mano en el suelo. De repente, una ola de energía se movió en dirección hacia afuera, y los demonios que estaban alrededor gritaron y se retorcieron de dolor. La sangre salpicó en el suelo hasta que todos ellos, excepto por Greyson, quedaron vivos junto con Calhoun y Vladimir.