Con el silencio que se llenó alrededor de ambos, Rafael y Beth, Beth miró el rostro de Rafael, fijándose en él. El demonio miraba hacia las ramas de los árboles, pensando en algo.
—Lady Madeline y el Rey están en el pueblo. Siguen luchando con los demás. Sería bueno que te quedaras aquí en lugar de convertirte en una carnada que puedan aprovechar —dijo Rafael. La sonrisa en sus labios se había desvanecido, y su expresión se volvió más calmada que antes—. Quédate aquí hasta que el Rey o la Reina vengan a buscarte.
Beth sintió sus ojos picar, pero intentó contener sus emociones. Si tan solo tuviera alguna habilidad, habría podido defenderse aquel día en el pueblo de Cossington. El hombre lobo no la habría mordido, ni habría ocurrido la pelea entre ella y Rafael.