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Las personas que se habían estado escondiendo tras los árboles no eran otros que demonios, que lentamente salieron entre los árboles como si estuvieran esperando a alguien.
—Debo decir, me impresiona bastante que hayas reunido gente aquí porque careces de la competencia para luchar completamente solo. Pero dudo que me hayas estado esperando —dijo Calhoun, sus ojos rojos haciendo un rápido barrido a los demonios, que tenían ojos negros como el carbón—. Hasta donde yo sé, has estado trabajando para la corona.
A diferencia de Calhoun, Weasley no se molestó en sonreír, y miró fijamente al rey que había usado su mano para desviar su ataque con facilidad.
—No sabía que tú mismo tenías habilidades.
—Uno siempre debe tener trucos bajo la manga. Nunca sabes cuándo podrían ser necesarios —la sonrisa lenta comenzó a extenderse por sus labios, antes de que una risa seca escapara de ellos.
—Yo trabajo para mí mismo. Deberías saber eso a estas alturas —respondió Weasley.