Calhoun retraía sus colmillos desde su cuello, lamiendo la piel para borrar los rastros de sangre de ahí. No tomó más que dos sorbos de ella porque Madeline ya había perdido suficiente sangre cuando sus alas intentaban emerger de su espalda antes. Su piel era cálida al contacto con sus dedos. Rodeó sus brazos alrededor de ella, sujetándola cerca de su corazón.
Habiendo sido mordida un par de veces en el pasado, Madeline se había acostumbrado a sus colmillos. El leve pinchazo que sentía fue reemplazado por su lengua y labios que calmaban su piel. Calhoun la dejó apoyarse en él para sostenerse mientras continuaba abrazándola. Cuando sus manos la soltaron, trazó las curvas de su cuerpo con las suyas, deslizándolas contra su piel tentadora y sin dejar ningún lugar sin tocar.