Cuando el carruaje del Rey se detuvo no muy lejos del corazón del pueblo, Este Carswell, Calhoun bajó y se dirigió hacia la casa que Theodore le había dado la dirección. No necesitaba un pedazo de pergamino para recordar la dirección ya que tenía buena memoria.
Era tarde por la noche y Calhoun había decidido actuar de inmediato en lugar de retrasar el asunto, lo que solo podría crear un problema mayor en el futuro. El abrigo negro que llevaba le llegaba por debajo de las rodillas y usaba un sombrero que proyectaba una sombra sobre su rostro. Al llegar a la casa, la puerta hizo clic para abrirse y Calhoun entró al lugar. Vio a la criada que trabajaba para el castillo tarareando algo bajo su aliento mientras se peinaba frente al espejo.
Calhoun caminó silenciosamente y tomó asiento en una silla, esperando a que la chica terminara ya que era de mala educación interrumpir a una dama cuando se peinaba.