Calhoun se movió tan rápido que Madeline no tuvo tiempo de entender lo que sucedía hasta que lo vio sosteniendo una flecha frente a él. El filo afilado del metal estaba dirigido hacia ellos, y sus ojos cayeron sobre Calhoun cuyos rasgos se tornaron rojos de ira. Acercando la flecha a sí, pasó sus dedos sobre el metal, que quemó la piel de sus dedos.
Madeline se preocupó al instante —¡T-tu mano!— él se estaba lastimando, y ella escuchó el sonido chispeante del calor. Vio cómo rompía la flecha en dos pedazos antes de tirarlos al suelo.
Él miró en la dirección de donde la flecha había venido hacia ellos o hacia ella.
Si Calhoun no hubiera sido lo suficientemente rápido, la flecha la habría alcanzado a ella con seguridad —¿Estás bien? —le preguntó, con sus ojos moviéndose por su rostro y su cuerpo.