Cuando a Madeline le pidieron que llamara al Rey por su nombre, no sabía si era algún truco. Nadie nunca llamaba al Rey por su nombre, a menos que fuera un miembro de su familia. Sus ojos la miraron fijamente, pero no con enojo. El calor en sus ojos no se disipaba y ardía aún más intensamente cuando Madeline pronunció su nombre.
Algunos mechones de su cabello habían caído sobre su frente, y sus labios estaban entreabiertos como si esperara volver a capturar los de ella. La espalda de Madeline seguía pegada a la pared lateral del carruaje mientras lo miraba. Aunque había bebido algunos sorbos de agua de él, aún tenía sed.
Pero Madeline era demasiado tímida para pedir más agua. Hacerlo solo significaría que ansiaba más besos de él. Sus labios temblaban al recordar sus labios sobre los de ella. Moviendo contra ellos... Ambos continuaron mirándose, y como si supiera que tenía sed, Calhoun le preguntó,