—Puedes continuar comiendo —dijo Madeline—. Voy a retomar mi asiento.
—¿Crees que me interesa comer comida en la mesa? —Calhoun ladeó la cabeza como si hubiera estado sentado en la mesa por diversión. Ciertamente, quería probar la comida que ella había hecho, pero el vacío que sentía por no tomar otro sorbo de su sangre lo estaba empujando al límite.
Madeline apoyó su espalda en la pared —Fuiste tú quien me pidió que cocinara para ti —respondió a su pregunta, sin apartar la vista de la suya.
—Si no me equivoco, fuiste tú quien se propuso a cocinar para mí. ¿Acaso olvidaste que no soy un humano sino un vampiro que necesita sangre? —tarareó.
Tragando con dificultad, dijo —¡Tuviste tu comida al mediodía con esa mujer! —Ella había visto a la mujer pelirroja que había pasado en la dirección de la que ella venía, por la forma en que estaba vestida, y con Calhoun que había hablado de manera poco sutil sobre lo que iba a pasar detrás de esas puertas cerradas.