—Hay otras cosas para mirar. Deja de mirarme —sus palabras salieron cansadas y esto solo trajo una sonrisa a los labios de Calhoun. Incapaz de resistirse al hombre, Madeline finalmente giró la cabeza para mirarlo.
—Estaba mirando tu vestido. Te queda demasiado perfecto —él la elogió, su línea de visión moviéndose hacia abajo desde su cuello hasta su pecho y luego a su cintura antes de mirar la falda que fluía.
—Fui hecha para caber en él —respondió Madeline. Era difícil respirar en el vestido que llevaba puesto. La ama de llaves principal había apretado el corsé a tal punto que estaba segura de que se desmayaría si no cambiaba su ropa por una mucho más suelta pronto donde pudiera respirar.
—Ven aquí —dijo Calhoun, moviéndose para enfrentarla y Madeline le dio una mirada de sorpresa.
—No, estoy bien —ella no quería su ayuda.