Dándose cuenta de este hecho, presionó sus dedos contra la tableta e invadió sus sistemas. Mientras preguntaba a la recepcionista sobre maneras en las que podría enviar un mensaje al señor de la ciudad sin que nadie conociera los detalles, pronto encontró un enlace al ordenador del señor de la ciudad.
—Ya que no hay otra forma, supongo que me rendiré entonces. Gracias por su tiempo —Shiro sacudió su cabeza.
Despidiéndose de la recepcionista, hizo un gesto para que Lisandra la siguiera.
—Supongo que encontraste una manera de contactar al señor de la ciudad, ¿no? —Lisandra alzó las cejas.
—Sí —Shiro sonrió con satisfacción.
Sentándose en uno de los cafés, pidió algunos bocadillos y sacó una tableta. Por supuesto, la tableta era algo que había creado discretamente con sus nanobots, pero se aseguró de que pareciera que la sacó de su inventario.
—Veamos, cómo debería hacer esto —Shiro murmuró mientras se conectaba al ordenador del señor de la ciudad.