Cuando Dominic llegó a la cocina, Cielo ya estaba preparando algo. Tenía el pelo recogido en un moño alto y desordenado y un delantal puesto. Cruzó su brazo bajo el pecho, apoyando su costado en el marco de la entrada, con la mirada fija en su esposa.
Cielo tarareaba mientras picaba algo.
—Miriam sí dijo que había estado en la cocina —recordó, evaluando cuán eficiente era Cielo con el cuchillo—. Lo dudé, pero parecía que Miriam no estaba mintiendo. ¿Siempre le había gustado cocinar?
Por raro que parezca, aunque Cielo y Dominic llevaban cinco años casados, prácticamente no sabían nada el uno del otro. Aunque, a diferencia de ella, Dominic todavía tenía una idea de sus gustos y disgustos. Se había casado con una desconocida, pero eso no significaba que tuviera que seguir tratándola como a una desconocida puesto que estaba embarazada de su hijo.