En cuanto Elliana llegó a la habitación, cayó sobre la alfombra, las lágrimas fluyendo por sus ojos.
Era como el resultado de toda la agresión que había sentido antes, que ahora era seguida por la oscura realidad de su vida y las penas que se estaban convirtiendo en su expresión permanente.
Su corazón le dolía terriblemente. Casi se sentía como si alguien le hubiera apuñalado el corazón y le hubiera quitado su único propósito para vivir.
Se sentó con las rodillas pegadas al pecho, su mente aún incrédula. ¿Era esto real? ¿Realmente su madre quería matarla? ¿Era ella una de esas personas que quería lastimarla y usarla para su beneficio?
Habría podido soportar esta traición de cualquiera, ¿pero de su madre? Sus dedos temblaban solo de pensarlo.