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Aunque los labios del Príncipe no tocaban directamente la frente de Elliana, la acción sola hizo que su corazón latiera al ritmo de un tren expreso. Tragó saliva, sus dedos temblaban un poco mientras escalofríos de emoción le recorrían la espina dorsal. Su mano derecha, que estaba sobre su pecho, se cerró contra su camisa, agarrándola en su puño, y Sebastián se asombró de la fuerte reacción que ella tuvo ante un beso en la frente.
—¿Cómo reaccionará si la beso en los labios ahora mismo o si la acerco aún más, colocando su cuerpo justo encima de mi hombría? ¿Será su reacción tan inocente como esta? ¿Se pondrán sus mejillas aún más rojas? ¿Es eso posible? —se lo preguntó.
Incluso la Señorita Zoya, que no se había ido antes, estaba sorprendida por las acciones del príncipe.