—¡Achís! ¡Achís! —Elliana estornudó tras tomar una ducha fresca, y Sebastián, que estaba trabajando en su portátil en el escritorio, se giró para mirarla, sus ojos se dilataron ligeramente al ver su apariencia.
No estaba vestida de manera inapropiada, pero era el pijama el que le quedaba demasiado bien.
—Elliana —la llamó Sebastián.
Quería preguntarle si le gustaría ir a visitar a sus padres para así poder conocer al rey y a los miembros de su familia de una forma mejor y ver si tenían algo planeado en sus cabezas.
Sin embargo, cuando Elliana se giró hacia él con su infame mirada inocente de confusión, él suspiró.
—Nos iremos a cenar en un rato —Sebastián desestimó el asunto.
Sería demasiado pronto para visitar a sus padres. No puede permitir que sospechen de algo o todo lo que ha planeado habrá sido en vano.