—¿Tu hija ya está presente en la universidad? —preguntó Elliana en cuanto el coche se detuvo en la entrada del edificio principal.
—Sí, princesa. Ya la había informado de antemano, y debe estar esperándonos cerca de la zona de recepción —dijo la Señorita Zoya—. Elliana miró por la ventana antes de ajustarse la máscara en el rostro.
No quería que nadie viera quién era o cómo lucía. El príncipe no estaba al tanto de esta aventura suya, y quería mantenerlo así.
Tan pronto como puso un pie en el suelo, los estudiantes que estaban aquí para matricularse dejaron de hacer lo que estaban haciendo y miraron alrededor del coche para ver quién era.
La energía y las vibraciones que emanaba de la esposa de un jefe mafioso no eran ninguna broma. ¿Y acaso no lo era? ¿La esposa del príncipe más peligroso de todos?