—Anastasia, al igual que el resto de los presentes, se sobresaltó por el grito agonizante de Niyasa. Cuando se inclinó hacia un lado, su mirada cayó sobre la vista de la mano de la joven princesa atrapada debajo de una de las patas de la silla, con sangre goteando lentamente de su mano derecha.
—¿Qué hace tu mano debajo de mi silla, Niyasa? —preguntó Dante con un tono despreocupado, y se levantó para que Niyasa pudiera extraer su mano de su posición.
—¡Niyasa! —Lady Maya se levantó rápidamente de su asiento y corrió hacia donde estaba su hija. Intentó ayudarla a ponerse de pie antes de desviar su mirada hacia Dante.
Dante sostuvo la mirada de Lady Maya con una expresión inmutable. Mientras tanto, Niyasa continuó gritando de dolor, ya que cada leve movimiento de su mano causaba una sensación parecida a la de que le taladraran un agujero de la parte posterior a la frontal de su temblorosa palma.