Lía seguía en cama. Su cabeza dolía al igual que su pecho. Ya era lunes y no quería levantarse. –Ya lo haré después. –Se refugió en sus sábanas y volvió a dormir en cuanto sintió la pesadez en su cuerpo.
Liam llegó temprano al salón de clases con su guitarra y los arreglos que había logrado concretar con Lía anotados. A pesar de esperar, ella no llegó. –Buenos días.
—Buenos días. –Contestaron al profesor Payne. El maestro echó un vistazo rápido a sus estudiantes fijándose directamente en el asiento donde solía ponerse Lía, luego miró a Liam como si de aquella forma preguntara qué había pasado. –Apreciación musical. El sonido es a la música, así como las palabras lo son a la literatura. El sonido posee tres cualidades, altura, intensidad y timbre. La altura es la cualidad que distingue a un sonido agudo de uno grave, cada nota musical, natural o alterada tiene una altura única. La altura se determina por las veces que un cuerpo sonoro vibre. –El profesor hizo el dibujo de unas ondas en el pizarrón quedando bastante parecido al logo de los Arctic Monkeys. –Flautas y violines, por ejemplo, producen sonidos agudos, sonidos que son inalcanzables para... por ejemplo... —Miró a sus estudiantes y sonrió. –Rees. ¿Qué tocas?
—Fagot. –Contestó el muchacho.
—Un fagot. Excelente, el fagot es un instrumento de viento que produce sonidos graves y estos sonidos están fuera del registro del alcance de un violín. Mientras más pequeño sea el cuerpo sonoro, su sonido será más agudo, al contrario, si es más grande, el sonido será, por consiguiente, más grave. Podemos verlo en la familia de los violines. Es una pena que mi única cellista no haya venido hoy, contaba con su presencia para que mostrara el sonido grave de su instrumento. Seguimos. –Sonrió. –Cada nota musical tiene una vibración única y, por ende, una altura específica, hay distintas formas de lograr dicha vibración. Puedo demostrarlo con una guitarra. William. Acércate. –El muchacho se levantó de su silla con su instrumento y se acercó a donde estaba el profesor.
— ¿Y qué hago?
—Quiero que toques la nota "La". –Liam colocó sus dedos creando el acorde y tocó. –Ese es su sonido natural. –Escuchó a sus estudiantes, algunos decían "grave", otros, indicaban que eran "agudos". Liam estaba quieto con la guitarra en sus manos, esperando. –Lancaster. Segundo traste, tercera cuerda. –Liam volvió a tocar nuevamente. Reconocía la nota.
—Es "La". –dijo Liam. –La misma nota que hice.
—Efectivamente, imitaste la misma nota porque la vibración fue la misma. Y esto es matemática, ochocientas ochenta veces por segundo. Siéntate ya, Lancaster. –Liam regresó a su butaca y el profesor continuó su explicación. Llegado el momento, pidió las asignaciones en parejas, a excepción de Liam.
—Profesor Payne. –Se acercó el castaño una vez se hubo acabado la clase y todos habían salido del salón.
—Creo que te pedí que trabajaras con la señorita Bethlem. –Dijo el maestro con serenidad. –Ella no está, ¿Ha sucedido algo?
—Sí, profesor. –Acomodaba la guitarra sobre su hombro. –Yo agregué las tablaturas para la guitarra. Tengo aquí todo. –Suspiró. –Quiero pedirle otro favor, no la repruebe y permítale trabajar sola.
—Tú estás en una banda, William. Entenderás que el principio de la armonía no está en forzar a los otros a seguir tu partitura, sino en dejar que sus sonidos se fusionen a los tuyos para que la explosión sea magistral.
—No es justo. –Tragó saliva. –Profesor, ella trabaja bien por sí sola, discutimos mucho, no logramos ponernos de acuerdo ¿Por qué no permite que ella pueda demostrar quién es por su cuenta? Estoy seguro que ella no vino hoy por mi causa. Más que lograr trabajar en armonía, al final del día terminamos odiándonos.
—Puedes darme tu proyecto, pero no disolveré el equipo. Haz que funcione. –Liam entregó la partitura con las nuevas anotaciones y las tablaturas. El profesor revisó por encima de manera rápida. –William. ¿Puedes tocar esto?
—Sí, sin problemas. –Él sacó la guitarra del estuche y comenzó a tocar ya casi de memoria cada nota. Se concentró metiéndose de lleno en la melodía, dando a veces el bajo dando un suave golpe en la caja de la guitarra. Terminó la pieza y volvió a mirar al profesor.
— ¿Qué fue lo que sucedió? Si hicieron esto es porque se pusieron de acuerdo brevemente.
—Le grité. Tuvimos una pelea. Ella estaba... exigiendo que hiciera una cosa a la cual no le vi sentido. Pero...
— ¿Y tenía razón en exigir lo que pedía? –Liam meditó por unos minutos, comenzó a sentirse fatal.
—Sí, bastante.
—La cosa es esta, no puedo aprobar a Magnolia porque no está aquí, y tampoco puedo aprobarte a ti porque este semestre, los decanos y el rector me exigen que los grupos que formo trabajen juntos. Tendrás que resolver tus diferencias con la señorita Bethlem y esforzarse por aprobar las asignaciones que vendrán. ¿Lo entiendes?
—Si. –Guardó su guitarra y se levantó. –Gracias de todas formas, profesor.
—William. Tienes talento, quiero que sepas eso. –Asintió y salió del salón. Tenía que encontrar a Lía.
***
Katrina estaba preocupada, no había visto a la pelinegra en todo el día, motivo por el cual terminó llamándola al teléfono. –Vamos, contesta.
Lía despertó al escuchar la canción de Ed Sheeran, All of the Stars, que Katrina se había puesto de tono pues era su favorita. Extendió su mano y tomó el celular de la mesa y contestó. — ¿Si?, hola K.
—Dios, estás con vida.
—Sí, solo dormía. –Bostezó. –No tuve un grandioso fin de semana.
—Lo sé, Stacy peleó contigo en la fiesta y luego Liam no ayudó a resolverlo. Pero creo que se arrepiente, porque te ha estado buscando.
—No tengo especiales ganas de verlo. Seguro es para que presente las tareas de T.M con él.
—Voy a ir a tu piso a sacarte de allí para que veas la luz solar, ¿En qué edificio vives?
—En el "d", habitación 973. ¿Vamos por un café? Me urge.
—No, vamos a un bar. Es mejor el alcohol para poder olvidar las penas.
—¿Un bar, en lunes?
—¿Por qué no? Eres una mujer adulta que puede beber en Londres, tienes la edad suficiente, úsala.
—De acuerdo. Te espero. –Colgó. La rubia caminó por el campus directo a los edificios residenciales. Mientras iba en su andanza, Liam la vio pasando por el frente del edificio donde veían clases. Corrió hasta ella y la sujetó del brazo.
—Kat, ¿Has visto a Lía?
—No desde el sábado. Iba a verla y a sacarla de su encierro. ¿Qué le dijiste para que estuviera odiándote por el resto de la eternidad?
—Mencioné a su ex novio. Kat, debo verla, tengo que hablar con ella.
— ¿Te gusta o algo así? –Bromeó la rubia mientras seguía caminando con Liam al lado.
Liam comenzó a toser e hizo una mueca. —Por supuesto que no, es concerniente a Teoría musical. Además, le gusta a Trek.
—Trek... ¿Le gusta a Trek? -Liam asintió y había algo que no terminaba de colarle a Katrina. A Trek no le costaba encandilarse rápido con las chicas, y cuando pasaba la emoción, seguía su camino en total soltería. No creía que fuera diferente con Lía. Vio a Liam y le pareció que en cuestiones de amor y parejas, haría una mejor dupla con su amiga. —Claro, ven conmigo y dile lo que le vayas a decir. –Fueron a paso rápido hasta el edificio "d", Liam no pudo evitar sentirse nervioso, aquel mismo edificio era donde vivía Stacy. Llegaron hasta la puerta que Lía le había dicho a Katrina y tocaron. Pudieron escuchar desde el lado de afuera, una canción de Ed Sheeran. Liam sonrió, era una de las pocas canciones que le gustaban. Sing.
—Tal vez deba hablar primero yo con ella, así tú luego podrás sacarle el enojo.
—Espero en las escaleras. –La rubia dejó solo a William y él volvió a tocar nuevamente.
— ¡Ya voy! –Lía abrió la puerta y su cara se transformó al ver a Liam parado del otro lado, quiso cerrar de un portazo, pero el castaño fue más rápido y entró antes de que ella lo dejase afuera. –Maldita sea ¿Y ahora qué quieres? ¿No tienes alguna puta con la cual acostarte?
—Lía, Lía, Lía. Tampoco quiero estar aquí.
— ¿Y qué haces aquí entonces? Ya sal de mi piso. Estoy esperando a Katrina para irme, así que no tengo tiempo para tus excusas.
—No, quiero hablarte. Hablé hoy con Payne para que te dejara trabajar sola, la cosa es que no pude lograr nada. Acabaremos reprobados al final del semestre si no hacemos esto juntos. Sé que hice mal en sacar a tu ex... te pido disculpas por ello. –Lía se quedó en silencio, se echó el cabello a un lado y cerró los ojos. –Di algo.
— ¿De verdad hablaste con el profesor?
—Lo hice, y me explicó porqué debemos trabajar juntos. ¿Podemos intentarlo? Prometo cumplir las reglas del acuerdo pre-matrimonial académico. –La pelinegra meditó un par de segundos y asintió sin decir palabras.
—De acuerdo, vuelve nuestro acuerdo. No quiero reprobar el semestre.
***