―No confundas el deseo del cuerpo con el del corazón ―la diosa miró a Koyanskaya quien rodó los ojos ante el monólogo entrante―. Pienso en él para pasar el tiempo porque precisamente es lo que busco, alguien que no caiga en la idiotez del afecto por algo como relacionarse.
― ¿Y luego soy la zorra?
―Haces lo mismo, la diferencia es que abres las piernas desesperadamente, probablemente sintió pena de ti y por eso te lo da por horas para asegurarse que no vuelvas en un tiempo.
―Tú... ―el rostro de Koyanskaya se deformó en molestia por las palabras de Scáthach.
― ¿Horas?
La pregunta de Kukulkan fue en confusión absoluta.
―Oh, no le des importancia, el maestro es un humano, además es un joven, probablemente sin prepararse disfruten una media hora o algo así, ¿no?
Morgana preguntó de manera inocente.
Kukulkan se rio de manera nerviosa y asintió.
―Usualmente es lo mejor, algo desmedido y en exceso puede causar daño ―Morgana asintió como si comprendiera la situación de Kukulkan.
― ¿Es en serio reina Morgana? ―Jeanne intervino luego de haberse quedado en silencio un rato―. El otro día hablabas de lo inútiles que eran otros hombres.
― ¡Por supuesto, aunque hay algunas excepciones!
―Oh ya entiendo ―Jeanne miró a otro lado.
―Lo siento...
― ¡Por favor no te disculpes! ―Morgan llevó sus manos a su cabello. El rostro de la mujer estaba con un tinte rojo.
―Ara, ¿no es una historia interesante a compartir?
―No-
―el nuevo y la reina Morgana estaban en la habitación de Senpai, la reina Morgana estaba siendo sujetada desde la parte trasera de los muslos y Vah estaba de pie, la tenía en el aire, Morgna estaba-
― ¡Jeanne si aprecia su cabeza será mejor que se detenga! ―Morgana con una voz fría soltó una leve amenaza hacia la santa .
―Oh, hablas tanto siempre, pero... ¿te desmayaste? ―la risa de Koyanskaya mostró burla real y miró desde abajo a la reina quien parecía haberse perdido.
Kukulkan hace tiempo se había perdido en lo que pasaba en la conversación. Si bien el detonante de esto fue la curiosidad de las demás por su relación con el maestro, la única que aprendió de otras relaciones fue ella.

Una pregunta llegó en la cabeza Kukulkan.
― ¿Por qué te refieres a él como si lo conocieras? ―Kukulkan vio a Jeanne quien parpadeó un par de veces.
― ¿bu-bueno es que ya he interactuado con él y descubrí que tenemos ciertas cosas en común? ―Jeanne pensó en ello brevemente.
―Oh, ¿ya lo as visto? ―la sonrisa de Kukulkan creció.
―Es... algo más complicado.
Jeanne miró a Scáthach como si pidiera ayuda.
La mujer de pelo rojo solo soltó un suspiro ante aquella mirada.
―No solo se acostaron juntos porque su hermana menor jalter le dijo que el tipo era bastante bueno.
La risa nerviosa de Kukulkan salió ante aquella mención.
la cara de Jeanne se puso roja por eso no era la ayuda que esperaba.
El ánimo de Kukulkan vaciló repentinamente.
―Sí, es algo que quiero aprender, he intentado en los últimos tiempos darlo por hecho, pero no logro el verdadero significado.
―Puedes hablar de eso con él si quieres.
― ¿Qué? ―la confusión volvió una vez más―. ¿Por qué?
―Si quieres ser el "Dios ideal de la humanidad" podrías tomar las ideas de alguien que ha visto diferentes humanidades..
― ¿Es bueno entonces?
―Posiblemente, es tranquilo pero soltara comentarios hirientes si tiene la oportunidad, solo Emiya se lleva bien con el bastardo, pero él no cuenta porque es bueno...
por que ambos teniendo algunas cosas en común lo cual era extraño que el siempre frío y bastardo emiya conviviera mucho con alguien que no fuera miembro del club de las mamas de chaldea.
―Entiendo... ―Kukulkan sonrió de lado―. Pero gracias, sé que soy nueva en todo esto y me gustaría aprender más cosas.
La mujer de pelo celeste se levantó preparándose para salir. Los pasos de Kukulkan se perdieron después de unos segundos.
― ¿Lo hiciste apropósito? ―Koyamskaya fue la primera en señalar viendo a la diosa de pelo morado quien sonrió antes de sentarse.
―No sé de qué hablas.
koyanskaya soltó un suspiro.
―Eh, me recuerdas Koyanskaya quien comentó de esto ―Morgana comentó con una risa suave.
― ¿No fuiste tú quien se acostó primero con él? ―Koyanskaya miró a Morgana quien la ignoró―. Lo único que tienes de realeza es tú apariencia, te has acostado con varios de los hombres en Chaldea.
― ¿Ahora vamos por lo personal?, supongo que aún estás resentida con el lostbelt
―Apuesto que si los demás vieran como eres realmente dejarían de tratarte como si fueras una dama delicada y pura.
― ¿Van a pelear otra vez? ―Scáthach miró a ambas mujeres quienes estaban viéndose fijamente.
―Probablemente esta celosa porque sabe que no puede haber nada serio Vash.
Koyanskaya rechistó la lengua.
―Me llaman zorra, pero eres la peor.
...
Debían ser rápidos.
Aquello fue lo que tuvo en mente Kukulkan en el momento en que necesitó maná ella y el maestro de la humanidad, Ritsuka Fujimaru, dieron aquella interacción para poder seguir en combate.
No fue mucho, diría que fue bastante rápido. Kukulkan tuvo la idea de que así era la situación normalmente con los humanos. Había aprendido que ella también debía llegar a un punto de placer para poder tener lo que llamaron un orgasmo.
¿Acaso ella ya no lo había tenido?, no fue como si el maestro de la humanidad fuera demasiado rápido siempre, ¿no?
Ella estaba acostada ahora en la cama que comportaría con Ritsuka. Se sentó dejando que las sábanas caigan libremente de su cuerpo.
Algo como esto ya había sido común, pero solo en este momento fue que la idea pasó por su cabeza. Las palabras de Marie Antoinette no debieron ser meramente dadas sin sentido.
Era de suponer que si algo así fue una "conversación" normal entonces no debió ser obviado como tal.
Algo que había escuchado con antelación y que hasta ahora la seguía fue quizá lo que más deseó obviar.
"Un humano normal no podría estar simplemente con un Dios"
No es que hubiera una limitación, pero sí un umbral para que este pueda caminar al lado del Dios en cuestión. Fue allí que pasó los siguientes días viendo a quienes habían logrado estar con un Dios en vida.
Abrazos y besos, afecto que el maestro le daba sin pensarlo. El corazón de Kukulkan se aceleraba al momento en que aquello pasaba, la forma en la que fue tratada le dio una felicidad y una calma suave.
Ella estaba arriba del maestro, ambos estaban en la cama, pudo ver en los ojos de Ritsuka como este solo se centró en ella, la forma en la que aceleró su respiración estando con ella y como movió las manos para tomarla de la cintura.
Ya no era como aquella vez de emergencia, ahora estaban en Chaldea, en una cama amplia y un lugar bien cuidado. No fue como aquella cueva, no fue como en aquel momento de desesperación.
¿No se suponía que a palabras de la reina Morgana que las cosas iban a ser diferentes?
Un jadeo salió del joven bajo suyo, ella sintió como poco a poco lo que alguna vez que estuve erecto dentro de ella se retrajo de a poco, incluso en la situación actual, la flacidez ganada fue el punto que le hizo imposible seguir.
Ella no sabía que también debía llegar a un punto de placer, algo que la hiciera sentir realmente bien. ¿O quizá las palabras de las demás heroínas fue meramente palabras?
A los minutos de que vio como su maestro se acostara este ya había caído dormido. Kukulkan usualmente se hubiera acostado con él, abrazándolo y esperando para el siguiente día.
Esta vez se puso de pie y caminó hasta la ducha de la habitación. Se miró a sí misma unos segundos en el espejo de tamaño completo, como si quisiera ver que es lo que faltaba en ella.
Ella quería al maestro, por lo cual había pensado todo este tiempo de cierta forma, pero la conversación que había tenido anteriormente la había dejado en duda de las cosas que pasaban con su maestro.
Un nombre resonó en su cabeza.
"Kama"
Al igual que otro nombre que estaba ligado a ella, Muramasa.
Esos dos nombres habían sido mencionados con anterioridad por el maestro, pero hasta el momento no le había tomado mucha importancia, al menos no hasta ahora.
La ducha se prendió al momento en que la abrió, el agua cayó libremente por su cuerpo, cualquier signo de sudor que había tenido con anterioridad se fue, tampoco es que hubiera algo en particular en su cuerpo o que hubiera llegado al punto de sudar por la actividad anterior.
Mayormente todo rastro en su cuerpo fue de su propio maestro más que algo suyo. Su entrepierna se sintió libre cuando lo que había estado ahí de parte de su maestro simplemente se fue.
No fue nada especial, tampoco es que pudiera decir algo o culpar de nada a su maestro por su situación, en todo caso fue culpa de ella al pensar en cosas que no debía. La mera idea de querer algo más allá de lo que podía darle su maestro le estaba pesando en la cabeza.
...
― ¡Ha sido un excelente día! ―Kukulkan aplaudió cuando vio a Ritsuka sentado en el suelo frente a ella. Habían estado entrenando ambos por el día completamente.
La duda carcomía en parte a Kukulkan.
Físicamente su maestro era sano, no había problema alguno con seguir el recorrido o cualquier tipo de entrenamiento, había investigado un poco por su cuenta con el equipo de Chaldea, había aquello llamado internet o una recopilación de todo lo que hubo hasta el momento donde se guardó casi toda información creada.
Y algo como lo de su maestro estaba en la lista de cosas que uno podría encontrar.
―Gracias como siempre por todo Kukulkan
Kukulkan abrió los ojos y miró la gran sonrisa feliz en el rostro de su maestro, la sonrisa de la mujer no pudo evitar emerger ante la vista tan sincera del hombre frente a ella.
― ¡No es un problema! ―Kukulkan le tendió la mano al joven quien aceptó el gesto feliz.
Feliz de tener un apoyo tal como lo estaba teniendo ahora. La mano de Kukulkan fue cálida y suave al tacto, Ritsuka estuvo feliz de tener a alguien así para depositar su confianza.
― ¡Hoy lo hiciste genial! ―Kukulkan alzó ambos pulgares y mostró su aprobación. En términos humanos seguía estando entre lo que podría llamarse "atlético", el progreso era lento, pero tenía confianza en que podría llegar lejos sin el uso de equipamiento de Chaldea.
Le había dicho que no siempre podría depender de los códigos místicos, podría haber situaciones como en la de su propio lostbelt en que solo quedara varado y sin posibilidad mayor a la de un humano normal.
Un riesgo que no podía dejar que corriera.
― ¿En serio? ―una sonrisa suave, una mano que se rascaba nerviosamente la parte trasera de la nuca al cumplido dado.
Kukulkan abrazó al joven con un brazo rodeándolo por los hombros, la mujer se rio ante la forma en la que el joven dudaba de sí mismo.
―Ten un poco más de fe, lo estás haciendo genial ―una sonrisa hermosa a los ojos de Ritsuka. La forma en la que Kukulkan le sonreía como si todo lo que hiciera, por mínimo que fuese, era significante.
―Gracias...
Kukulkan volvió a reír.
― ¿Qué te parece comer algo para celebrar?
...
Era de tarde.
Kukulkan ya se había acostumbrado en cierto grado al horario de los humanos en aquella instalación, no solo fueron los humanos quienes estaban más activos de día, algunos Servants usualmente ni siquiera se presentaban de noche.
Le fue curioso por el hecho que no había la necesidad de dormir o algo comer, pero ahí estaban, haciendo actividades como simples humanos más.
Al llegar a al comedor hubo un silencio antinatural, no era frecuente para ella legar a estas horas, además incluso si todo fuese atentado por los sirvientes, solía cerrar las puertas o la cocina para evitar que se terminaran ciertos suministros.
― ¡Hola! ―Kukulkan bajo la mirada hacia uno de los taburetes frente a la barra y vio a una niña de pelo blanco con ojos verdes, en sus manos había una hamburguesa la cual comía alegremente.
La forma en la que mecía los pies con felicidad era algo que Kukulkan vio.
―Jackie recuerda modales en la mesa.

tomando una servilleta el hombre como un hermano mayor limpió el rostro de la pequeña servant
su voz fue suave el hombre frente a ella , llevaba ropa algo particular, una camisa negra con pantalones y zapatos cafes, pero lo que resaltaba era una gabardina roja y en su cabeza un sombrero de chef..
―oh hola ritsuka, diosa Kukulkan ―una suave inclinación con un saludo les fue dado―. Es tarde, recuerda cepillarte los dientes antes de dormir pequeño jackie.
La niña no contestó, solo terminó de comer con bastante rapidez hasta terminar la comida preparada.
―No hagas eso, podrías atragantarte ―Kukulkan vio como el hombre daba pequeñas reprimendas a la niña quien asentía de manera ferviente.
― ¡Gracias mamá! ―una risa suave salió al lado de Kukulkan, miró a su maestro que veía a la niña comportarse como lo hacía.
―Ella llama a todos mamá, no te sorprendas mucho ―Ritsuka contestó dándole unas palmadas en la cabeza a Jack antes que la niña se fuera alegremente.
―La encontré en la cocina y no podía dejarla sola así que hice mi especial de jambalaya ―dando su comentario feliz el hombre caminó hasta la silla tras la barra y esperó a que Kukulkan y Ritsuka tomaran asiento.
― ¿Sucedió algo?
-Nada de hecho solo una ración extra de hamburguesas para salter.
―Oh, olvidé presentarlos ―Ritsuka señaló con la mano a Kukulkan―. Sé que la conoces, pero ella aún no te ha visto, Kukulkan, él es Vash, y Vash, ella es Kukulkan.
Los ojos de la mujer de pelo bicolor se abrieron. Miró al hombre con asombro al pensar en quien podría haber sido este "Vash" que habían hablado anteriormente otros sirvientes.
―Es un placer ―la formalidad estaba más que presente en Vash. Kukulkan pensó que por las palabras de Scáthach que aquella persona sería molesta, pero hasta ahora le pareció una buena persona.
―Es un gusto ―Kukulkan sonrió viendo al hombre unos segundos antes de girarse y ver al maestro―. ¿Podría preparar algo para comer?, entrenamos todo el día, el maestro debería comer algo ligero por la hora.
Kukulkan vio de reojo a Vash quien estaba viéndolos en silencio antes de asentir con una sonrisa.
―Está bien, ¿no desea algo en particular?, usted no está ligada a las necesidades humanas ―Vash vio a la mujer quien parpadeó un par de veces ante la pregunta.
―Estoy bien con lo que sea ―Kukulkan sonrió. Vash asintió antes de volver a la cocina aunque le quedaba bastante jambalaya―. Es diferente a lo que imaginé...
Kukulkan mencionó eso pensando en la descripción que había tenido en su cabeza por parte de otros. Creyó que sería algún tipo de bastardo arrogante o alguien que hablaría de inmediato con cualquier mujer, pero incluso ahora mismo estaba bastante relajado y curioso conversando con un servant de cabello verde y bufanda naranja.
Parecía una buena persona.
―Oh, ¿te refieres a Vash-san? ―Ritsuka preguntó a la mujer a su lado.
―Sí, creí que sería un poco más...
― ¿Molesto? ―la sonrisa de Ritsuka creció al ver la sorpresa en la cara de Kukulkan―. Puede parecer así, pero no es malo como tal, hay quienes tienen una aversión hacia él...ya que fue un mago verdadero el que lo trajo.
Negando con la cabeza Ritsuka evitó el tema.
Kukulkan tuvo curiosidad por ese hecho, la forma en la que su maestro cortó de inmediato el tema no fue normal, no cuando solía confiar en ella lo suficiente para decirle usualmente todo.
―Veo... ¿es bueno cocinando? ―la mujer había visto a Jack comiendo alegremente.
―Lo es, es el subjefe de la cocina hasta se ganó el elogio de Emiya.
―Pensé que era Boudica... ―Kukulkan abrió los ojos ante ese detalle.
―No suele interactuar mucho al frente, le gusta cocinar más que nada.
―Parecía bastante atento con la pequeña Jack hace un momento ―Kukulkan llevó una mano bajo su mentó pensando en ese hecho.
Ritsuka asintió.
―Tiene... a tratar bien a ciertas personas y a las que no les juega un poco duro, pensé que sería un poco más agresivo contigo, pero me alegro que fuese amble ahora ―Ritsuka llevó una mano a su pecho y dejó salir un suspiro que ni siquiera sabía que estaba aguantando.
― ¿Es por qué soy un dios?
nah solo porque kukulkan le recuerda a vash a su madre rem.
El silencio de Ritsuka fue la confirmación que necesitó Kukulkan.
La puerta de la cocina se abrió haciendo que la próxima pregunta se quedara en nada. Vash llegó con dos platos en mano, uno lo bajó frente a Ritsuka y otro frente a ella.
Ambos platos con jambalaya algo extraño que el hombre tenía cierta obsesión pero tenían una apariencia más que apetecible.
El silencio llegó con Vash sentado limpiando la fila de vasos en la barra, era una larga fila que Kukulkan pudo decir que era de las actividades del día. Parecía un trabajo tedioso por la forma repetitiva de hacer, incluso otros sirvientes encargados de la cocina no estaban ayudando.
¿Pero aquel hombre del que había escuchado estaba feliz haciendo algo tan mundano?
Ritsuka terminó su comida en silencio. Kukulkan no había comido aún, se había perdido en su cabeza viendo al hombre limpiar casi en trance aquella vajilla casi interminable.
― ¿Te quedarás un poco más? ―Ritsuka llamó a Kukulkan quien pareció despertarse. La mujer se giró y vio al adolescente sonriente.
―Oh, te acompañaré en poco tiempo, puedes adelantarte.
―En ese caso te veré luego ―Ritsuka se despidió de vash quien lo saludo poco antes de asentir. Fueron breves los segundos antes que el maestro dejara la habitación.
Kukulkan no dijo nada al principio, miró al hombre que continuó limpiando en silencio.
Como si la ignorara.
―Disculpa... ―Kukulkan intentó iniciar la conversación. No supo cómo comenzar sobre las preguntas que quería llegar.
―No te preocupes, solo pregunta que lo que quieras de una vez ―el tono fue distinto de hace unos segundos, la mirada del hombre seguía centrada a lo que limpiaba.
Pero la indiferencia actual fue totalmente ajena a la manera amigable de ser.
―Yo...
―Escuché que eres nuevo aquí,y escuche ciertos rumores ―las palabras eran una crítica dura por su duda, Kukulkan lo sabía.
Ahora esto fue lo que se había esperado al principio de lo que los demás hablaban del hombre.
―... ―la convicción y todo el ánimo anterior de la mujer se fue. Ella se había preparado con anterioridad para hacer una mejor escena que esta, pero ahora solo estaba ahí, como cuando hablaba con otros sirvientes que no le tenían miedo por el punto de ser un Dios o de la forma en la que ella tenía poder.
Simplemente tratada como una más del montón.
―Bien ―Vash dio un suspiro y bajó y llevó sus manos al trapo que estaba frente a él para secarse las manos―. termina primero y hablaremos,ok disfruta antes de que se enfríe.
Kukulkan miró el plato frente a ella y dudó unos segundos para comenzar a comer, sus ojos se abrieron al momento de dar el primer bocado. Ella sabía de la comida excepcional de la cafetería, pero probarla de primera mano era una experiencia totalmente distinta