La boca de Kukulkan se abrió al ver como Morgana, quien parecía siempre refinada, alguien que se cuidaba y daba un aura de nobleza estaba haciendo algo tan bajo.
Kukulkan pensó en su situación, una vez había hecho algo parecido con el maestro, pero aquella escena fue distinta, ni siquiera parecía que la mujer podría abrir lo suficiente la boca para dejar pasar el miembro del hombre e incluso cuando lo hizo el bulto en la garganta y los ruidos de la respiración apenas siendo dada hicieron que Kukulkan diera un paso atrás.
Aquella escena no fue ni de asomo semejante a lo que vivía con Ritsuka, Kukulkan pensó en su boca y llevó una mano sus labios, pensando en si quiera si ella podría abrir y dejar pasar algo tan grande y grueso. Sintiéndose ajena de la situación pensó en simplemente alejarse, salir antes de que la vieran o seguir pensando en cosas innecesarias.
No supo en qué momento alzó la cabeza y vio como los minutos corrían y la cabeza de la reina Morgana solo subía y bajaba de manera desmedida por la fuerza usada por la mano del hombre que tenía una mano sujetando el cabello de la mujer.
Fueron incluso varios minutos más que recién el hombre bajó una última vez con fuerza a la reina antes de alzar la cabeza indicando que fue el turno del hombre de llegar al límite.
El gorgoteo salió de la garganta de Morgana y como esta parecía a punto de asfixiarse, en parte Kukulkan atribuyó que algo como esto pudo seguir por el hecho que ambos eran sirvientes, porque no podía creer que dos humanos pudieran ser así de salvajes.
Kukulkan atribuyó que las cosas habían finalizado cuando el hombre sacó su miembro de la boca de Morgana y la dejó en la cama. La mujer ya no parecía responder y estaba soltando una leve tos cada tanto.
―Aún es temprano, así que continuamos.
Aquellas únicas palabras hicieron que Kukulkan se detenga cuando se estaba alejando. La reina morgana solo rio por lo bajo asintiendo con la cabeza.
Kukulkan ya no lo soportó, había perdido demasiado tiempo y era mejor regresar con el maestro.
Ya no sabía que pensar de las relaciones que tanto clamó la reina si es que incluso en ese estado no parecía haber señales de que el hombre se detenga.
...
Una vez más bajo la ducha.
Kukulkan apoyó ambas manos en la pared mientras que el agua fría caía por su cuerpo desnudo. Fue otra noche en la que estuvo con el maestro y una vez más después de aquella vez que vio a la reina Morgana y a Vash juntos.
No pudo quitarse de la cabeza la forma tan distinta en la que eran las cosas.
Se había encontrado con la reina Morgana un par de días después en la cafetería, el verla comer de manera refinada y con buenos modales contrastaba demasiado con lo que había visto.
Ya no pudo ver igual a la mujer quien alegremente estaba charlando con la pequeña Jeanne en aquella ocasión.
Kukulkan alzó la cabeza y cerró los ojos. Dejando que el agua fluya por su cuerpo, en un intento de que el agua fría la calme y se lleve las ideas que habían surcado por su cabeza, entre ellas fue el mero pensar de cómo sería pasar una vez con Vash.
Se frotó la cara con ambas manos a la idea que volvió a surcar por su mente, intentando lavar tal idea.
Se había encontrado hace un par de días también con aquella persona que había dejado en un estado de falta de confianza a su maestro.
La burla fue obvia del lado de la mujer cuando la vio.
"¿Te puedes saciar?"
La pregunta molestó a Kukulkan, la idea de que parecía que últimamente había quienes la molestaban ahora fue un poco más frecuente.
Saciarse.
Kukulkan bajó la cabeza y volvió a apoyar las manos en la pared cuando aquella palabra volvió a su mente y la hizo reflexionar.
Las memorias de ver a Morgana caer en la lujuria absoluta, el gusto ante el placer desenfrenado y la sonrisa tonta que daba la mujer ante la alegría de tal trato junto con la forma en la que ella sí fue saciada.
Kukulkan no supo cuando su mano bajó a su entrepierna, mucho menos cuando sus dedos entraron y comenzó a moverlos con la esperanza de llegar al final.
La idea estaba ahí, lo que había visto como Vash era, la forma y el tamaño, el grosor con la fuerza que era usado para golpear sin piedad a la reina Morgana. Todo se juntó en la idea de cómo sería si fuese ella la que estuviera en el lugar de la reina, sin la necesidad de estar ahí en ese momento humillándose y sintiendo placer que no pensó que le faltaba.
Recordó los momentos cuando conoció a Ritsuka, como siempre atribuyó al principio que la necesidad de aquella primera vez de ambos haciendo la transferencia de mana había dado como resultado que ella no sintiera casi nada.
Ya no sabía que hacer más que mover sus dedos, la idea de reemplazar aquel momento con lo que vio de Vash hizo que su cuerpo temblara. Inclinó las piernas dejando que su pecho bajara y subiera cuando la velocidad subió.
La idea iba tomando forma, ella podía verlo, podía sentirlo.
Un momento de éxtasis.
Por fin había llegado la hora, ella deseaba poder lograrlo, pero incluso cuando lo intentó con tanta fuerza e intención no pudo conseguirlo.
Incluso hasta ese momento no pudo terminar cuando la cara sonriente de Ritsuka suplantó la imagen de ella con aquel hombre.
Un sentimiento de asco llenó a Kukulkan quien se abrazó las piernas y dejó que el agua siguiera corriendo por su cuerpo en silencio, ella esperaba no haber desperado a su maestro, después de lo que hizo.
El remordimiento volvió a cortar el estado de ánimo de Kukulkan, la respiración de la mujer subió cuando su rostro se deformó por los sentimientos que sintió, el conflicto de sí misma al ver al maestro remplazado por algo así no pudo salir de su mente.
La idea concebida de ella siendo empalada como Morgana solo quedó grabada en la cabeza de Kukulkan sin poder sacarla.
Miró el agua cayendo por la rejilla y apretó los dientes, llevó sus manos al frente y vio sus dedos, dedos que usó para darse el placer que sabía que era incorrecto.
Ella no debía pensar en otra persona de la forma en la que lo que hacía, no debía hacer algo como eso cuando había estado al pendiendo del maestro, ella realmente lo quería por encima de otros humanos.
¿Pero por qué dudaba tanto entonces por algo como placer carnal?
...
― ¿Kuku?
No hubo respuesta.
― ¿Kuku?
Un doble llamado que llegó nuevamente a oídos sordos.
― ¡Kukulkan!
La mujer llamada abrió los ojos en desmedida cuando se dio cuenta de que estaban llamándola. El susto fue generado ante su mente que parecía estar en otro lado.
Kukulkan no había podido concentrarse y estar tranquila desde aquella noche en el baño.
― ¿Estás bien? ―Ritsuka tomó la mano de la mujer quien miró la mano del joven frente a ella. Segundos pasaron viéndola antes de subir y ver el rostro del joven que mostraba una preocupación bastante resaltante.
―Yo... ―dos segundos pasaron antes que Kukulkan aclarara sus pensamientos―. Sí, estoy bien, simplemente estoy algo distraída.
Una sonrisa dulce fue dada por parte de la mujer quien volvió a concentrarse nuevamente al frente.
― ¿Estás segura? ―el joven de cabello negro miró a Kukulkan con duda―. Haz estado viendo la puerta de la cocina en trance por unos minutos.
¿Era así?, Kukulkan se preguntó internamente sin saber si realmente había pasado eso. Su mente iba a todas direcciones y en parte había cambiado su horario de comidas, ahora estaba en una hora en la que podía verlo.
Vash saliendo de la cocina con varios platos para todos.
― ¡Oh! ―Ritsuka abrió los ojos como si estuviera comprendiendo algo―. Debe haberte gustado la cocina de Vash-san, es realmente buena.
Kukulkan se quedó quieta, con los ojos abiertos con sorpresa brevemente antes de soltar una risa nerviosa que intentó hacer pasar como una normal.
―Sí... ¡Sí! ―la risa de Kukulkan fue aún mayor llamando la atención de los demás―. Es solo que sirve bastante... buenas raciones...
La risa de Kukulkan fue nerviosa al momento en que miraba a Ritsuka quien asintió antes alzar un plato hacia la mujer.
― ¿Quieres un poco?, hace un rato que terminaste tú plato de comida, creo que estoy lleno además tendré que entrenar hoy también, creo que es mejor no cargar mucho mí estómago.
―Gracias.
Kukulkan no pudo negarse, no cuando la situación se ajustó para algo así, miró el plato que le dieron y vio una salchicha que, si ella recordaba correctamente, eran llamadas salchichas bratwurst o alemanas.
a vash le récordo el poco tiempo con su padre que aunque era un desgraciado del partido Nazi era bastante complaciente con la comida alemana la cual en sus palabras era la mejor
Bajó los ojos y lo vio en silencio, iba a comenzar a comer, más pasos llegaron a su lado haciendo que mirara a quien llegó.
Vash estaba de pie a su lado.
Desde aquella vez que lo vio con la reina Marie fue otro que no pudo ver con la misma luz.
―Oh, Vash-san, ¿tienes lo que pedí? ―Kukulkan interpretó que el hombre llegó por un pedido de su maestro, miró hacia un lado, no alzó suficiente la cabeza y terminó viendo la entrepierna del hombre brevemente antes de volver a mirar la salchicha en su plato.
La conversación de Vash y Ritsuka pasó a la nada para Kukulkan quien se desconectó de la realidad al ver aquella pieza de embutido alargada y no pudo evitar pensar en el hombre a su lado.
El cuchillo que iba a cortar un pedazo de la salchicha quedó en el aire y miró únicamente el tener puesto en este. La mente de Kukulkan viajó, la idea de la vez que estuvo usando sus dedos llegó en aquel instante.
Levantó únicamente aquella pieza con el tenedor y la puso lentamente frente a su rostro. Recordó aMorgana, primero dándole un beso a aquella pieza y luego lamiendo la punta antes de meterlo en la boca y-
― ¿Qué haces? ―Vash parecía ser quien se dio cuenta de lo que hacía Kukulkan y la llamó de la nada, para el hombre fue difícil no darse cuenta de la forma rara de actuar de la mujer.
Siendo que esta lo estaba viendo fijamente a los ojos.
Kukulkan llevó demás la salchicha en la boca y comenzó a toser cuando pasó cierta parte de su garganta.
― ¿Estás bien? ―Ritsuka fue quien se levantó y buscó un poco de agua para dársela a Kukulkan quien tomó en silencio el vaso―. Deberías haberla cortado, no deberías imitar a los demás, otros comen tanto como puedan meter en su boca.
Ritsuka sonrió a Kukulkan quien miró la salchicha en su plato en silencio. No dijo nada, solo alzó la cabeza y vio a Vash quien estaba con una mirada diferente de la que usualmente solía darle.
Interés.
―Lo siento... ―Kukulkan comenzó a cortar en tajos antes de comer en silencio con el tenedor las piezas cortadas.
La idea estuvo en su mente de golpe y no pudo evitar pensarlo, si ese realmente hubiera sido vash no podría haberlo manejado.
Más cuando aquella salchicha era mucho más pequeña de lo que había visto aquella vez en los pantalones del hombre.
La saliva se amontó en la boca de Kukulkan mientras que comía, atribuyendo que era por el sabor de la comida, la cual era excelente.
Eso intentando negar por completo lo que sintió y la forma en la que su mente se nubló cuando aquel arquero estuvo a su lado y pensó en probar lo verdadero.
Kukulkan comió en silencio quitando toda idea innecesaria tanto como podía.
Debía encontrar la manera de eliminar aquellos pensamientos.
...
Una semana más.
Kukulkan había estado pidiendo a su maestro para acostarse cada día desde el incidente de la salchicha. La mujer intentó descartar todo pensamiento innecesario hacia otro hombre al pasar únicamente tiempo con su maestro.
Al día cinco de esa semana se topó con alguien que reconoció.
Kama estaba en la cafetería y decidió sentarse a su lado de la nada.
―Oh, ¿todo bien~?
La pregunta de la mujer de pelo blanco fue recibida con un silencio de parte de Kukulkan. aquello solo sacó una risa suave de parte de la diosa del amor quien apoyó su cabeza en ambas manos que dejó descansando con los codos apoyados en la mesa.
―No seas tan fría, bueno, supongo que necesitas enfriarte si quieres seguir al lado del maestro ―la voz cantarina y aquel comentario hicieron que Kukulkan se detenga y mirara por fin a Kama a los ojos―, vamos, no me mires así, lo digo porque me preocupas.
Kukulkan sabía que esa era una mentira de parte de la mujer frente a ella, iba a levarse e ignorarla para no tener ideas innecesarias.
―Es bastante doloroso para mí ver un amor tan falso como el tuyo ―aquellas palabras hicieron que Kukulkan se detenga y mirara a la mujer quien sonreía casi triunfante.
― ¿Qué? ―Kukulkan se enervó, la idea de ser insultada de tal manera con respecto a sus sentimientos con el maestro hizo que quisiera responder a la diosa frente a ella.
―Ahora sí podemos hablar ―Kama sonrió, vio la cara de molestia de Kukulkan, pero a contrario de lo que la mujer de pelo celeste quiso.
No se movió de su silla.
― ¿Qué quieres? ―Kukulkan dudaba de lo que deseaba la mujer frente a ella, no había forma que viniera a hablarle como si nada en esta situación.
Además, que no tenía una idea buena en primer lugar de Kama al ser la persona que dejó en primeras instancias al maestro de lado a post de un sirviente.
―No finjas conmigo, puedo verlo, ¿sabes? ―Kama comenzó hablando con una gran sonrisa.
― ¿Verlo?
La confusión de Kukulkan quedó marcada en su rostro ante el comentario extraño dado por la diosa.
―Puedo verlo, como deseas tanto a Vash y la forma en la que estás cansado del maestro ―la sonrisa de Kama se cubrió en parte por la mano de esta quien intentó reprimir la risa burbujeante en su interior al ver el estupor en el rostro de Kukulkan.
La mente de Kukulkan quedó en paro. Ella no pensó que deseara algo del hombre o si quiera que su amor por el maestro estuviera flaqueando.
―Deja de decir cosas sin sentido ―Kukulkan se levantó con el ceño fruncido dispuesta a irse.
― ¿Irás a entregarle los trastes a Vash? ―Kama preguntó con un tono que reflejó diversión―. ¿Tanto quieres verlo?, sabes, él siempre está abierta a una dama si esta le pregunta.
Kukulkan no dijo nada, se quedó de pie unos segundos antes de bajar los platos una vez más en la mesa y solo darse la vuelta para irse.
―Hoy se acostará otra vez con Morgana, quedaron en una cita a las once de la noche, la habitación de la reina por supuesto, sabes que la puerta no cierra correctamente, ¿no?
Kukulkan se detuvo y giró su cabeza lentamente para ver a Kama quien sonreía amablemente con los ojos cerrados.
―No sé de qué hablas ―Kukulkan iba a caminar y alejarse de la mujer de una vez por todas.
―Vamos, tienes tiempo de sobra, después de todo, ¿no es el maestro un poco negligente contigo?
No hubo respuestas de Kukulkan, simplemente decidió alejarse.
Ella había tenido suficiente de aquella charla con Kama.
No necesitaba escuchar más de ella.
...
Una noche más.
La intranquilidad de Kukulkan no bajó en lo que llevaba la noche. Miró a su maestro acostado a su lado y sonrió un poco, quitando ideas innecesarias de su cabeza.
"Tendrás tiempo de sobra"
La sonrisa de Kukulkan cayó ante las palabras de Kama que volvieron a su cabeza. Era cierto que ahora estaba acostada sin más, a la espera de conciliar el sueño que no parecía llegar.
Pero más que eso no había algo para decir que se sentía diferente, si bien las ideas no paraban de llegar en su mente y ser descartadas de igual forma, eso no quería decir que lograba evitar pensamientos innecesarios estáticos.
La forma en la que la reina Morgana se había comportado aquella vez, como todo lo que alguna vez pensó que representaba la mujer se fue a lo más profundo por el hecho que no podía concebir la misma imagen que tenía de ella al principio.
Le molestó el cambio abrupto de aquella mujer con respecto a la imagen que entrega a los demás. Kukulkan había puesto un poco más de atención a los rumores sobre la reina y casi sintió que su estómago se estrujó cuando pensó en todos los "compañeros" que había tenido la reina.
Se había encontrado con el tan afamado "Sir Lancelot" con anterioridad y no obtuvo una mejor imagen de la que tuvo de Vash, Kukulkan arrugó el rostro al recordar las proposiciones descaradas encubiertas de caballerosidad por parte del hombre.
Le costó creer al principio como la alguien que mostraba tal pureza no era diferente de algunos de los sirvientes con la peor reputación.
Miró la hora, marcaban las diez de la noche. Hoy Ritsuka también había estado entrenando desde temprano, el descanso fue necesario, no podía negárselo de todas formas.
Intentó cerrar los ojos y dormir.
Descansar y dejar ir las ideas como las que estaban cruzando por su cabeza era lo mejor que podía hacer.
...
Calor y placer.
Kukulkan sintió su cuerpo calentarse conforme sentía unas manos recorrer su cuerpo. No se sintió asqueada, no se sintió molesta, reconoció esas manos, eran las manos que había visto en otra mujer y que sabía que podía darle ese algo que le faltaba.
Ella estaba deseando que siguiera.
Detener.
Los ojos de Kukulkan buscaron en la oscuridad dónde había ido aquella fuente de calor que estaba buscando, no comprendió dónde ella se encontraba.
Mojado.
Su cuerpo estaba en el suelo frío del baño. Ella se estaba abrazando mientras que el agua fría caía sobre su cuerpo. Miró a todos lados sin encontrar nada.
El suelo del baño la reflejaba casi como un espejo.
¿Esa era su cara?
Kukulkan no se reconoció cuando se miró el rostro en aquel reflejo. La forma en la que sus labios estaban curvados hacia abajo, el maquillaje que colocaba sutilmente cada mañana ahora se escurría por sus mejillas que estaban rojas.