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Chapter 8 - El alcohol no es más dañino que estar sin él.

Emir salió por esa puerta, estaba demasiado furioso por encontrarme así pero me importaba un bledo lo que él pudiera pensar.

Después de diez minutos, en los cuales cerré los ojos y me dormí, escuché que alguien abrió la puerta.

—Me dijeron que estabas aquí, Gül —le dijo la voz de Emir mientras la silueta comenzó a moverse de un lado hacia a otro. No pude  siquiera ver con claridad su rostro y figura porque estaba tan ebría que sentí que en cualquier momento desfalleceria del sueño.

—No debí dejarla sola... Pensé que se encontraba en su habitación, Emir— habló en respuesta con preocupación —no pueden verla de esa manera.

—Por supuesto que no pueden verla— replicó en un murmullo —por eso te busqué para que me des una mano con ella. Ayúdame a bañarla, yo prepararé un café bien cargado para ella. Bahar no me quiere verme  y mucho menos que toque su cuerpo, si la baño yo puede que haga un escándalo y despierte a todo el mundo esta noche.

—No eres tan malo después de todo —dijo en modo broma y suspiró —bueno, está bien, te voy ayudar.

Emir resopló aliviado.

—Gracias Gül. De verdad te estaré eternamente agradecido.

Emir salió y ella se acercó hasta a mí, acarició mi pelo despeinado y limpió esas lágrimas.

—NürBahar, no te hagas eso, linda.

—Sabes que odio que me digas así —le dije con voz temblorosa —tu nombre es Gül y el mío es Bahar.

Río levemente.

— Olvidaste que cuando estoy furiosa contigo te llamo por tu nombre completo?

Asentí.

—Te dejó sola por dos horas y ya has ligado vodka con Whisky. Tu corazón debe doler muchísimo para que expongas en riesgo tu vida y te expongas a ese tóxico.

—El alcohol no es más dañino que estar sin él. Ya no tengo fuerzas, quisiera morir sin él.

— levántate de la cama, te ayudaré a darte un baño, luego te vas a tomar ese café y pronto estarás lúcida. Solo espero que no te levantes con resaca, aunque lo dudo.

—No tenga ganas de vivir— dije en un murmullo tembloroso —sin su amor ya nada es importante.

—¿Qué fue lo que pasó?

Respiré profundo para detener por un momento este llanto, pero era imposible porque las lágrimas no querían dejar de derramarse.

—No me ama Gül, lo perdí... para siempre —contesté con la voz rota y  llorosa —. Después de besarme, me dijo que sólo era una tentación para él y luego tuvo sexo con esa mujer, yo los escuché. Me sentí miserable, porque me hizo lo mismo que yo cuando me casé con Emir. Ahora se cómo se siente.

—Bahar, no debiste hacerte eso. No debiste quedarte.

—Si, lo hice. Creí que si lo escuchaba o lo miraba en brazos de ella sería más fácil, pero me equivoqué. Mi corazón está demasiado lastimado Gül, ni siquiera puedo respirar.

—Prima, necesitas dejar de pensar en él. No puede seguir ocupando tu mente, de lo contrario te matarás. Piensa en ti, debes empezar a trabajar en tu amor propio.

—Tu no lo entiendes Gül. Kemal es la única persona que me ha demostrado un amor genuino a lo largo de toda mi vida. Estas personas ni siquiera me valoran como mujer. ¿Crees que puedo amarme cuando estoy obligada a ser una marioneta condenada a seguir una vida que no va conmigo?

Me levanté de la cama y la cabeza me dio vueltas, no sé cómo llegue al baño de pié, pero cuando me dieron ganas de vomitar, la adrenalina que sentí sirvió como guía para depositarlo todo en inodoro.

Puse mis rodillas en el piso, por suerte, mi cabello se encontraba amarrado y no era un estorbo. Lo dejé salir todo, todo lo que había comido, y el llanto me invadió nuevamente.

—Me siento tan miserable esta noche.

—Tranquila cariño, todo estará bien.

Ella se bajó a mi altura y acarició mi espalda, y una arcada me volvió a devolver todo hacia fuera.

—Tienes la suerte de que tu madre no está aquí hoy.

Reí.

—Estuviera dándome una bofetada. La vida es misteriosa, tengo un marido que no me golpea, pero mi madre es la causante de eso cuando hago cosas "malas".

—Mi padre también quiere que me case con alguien, yo no quiero casarme, no estoy preparada... Pero no tengo una madre que respalde. Al menos tu madre siempre está presente y te defiende con uñas y dientes. No creas que es mala, solo está sometida como nosotras. Si tienes una hija, deberá ser así porque ellos nos matan. Ella no quiere que te hagan daño.

—Tienes razón, por eso siempre intento ser condescendiente con ella, apesar de todo lo que me ha hecho junto con este sistema.

—Ya, no te preocupes, algún día todo esto se va abolir y seremos libres de escoger nuestra vida.

Narra Kemal Demir

Después de lo que pasó en el jardín, dejé a Samira en la cama y me encerré en el baño. Tragué saliva y abrí el grifo de la llave para mojar mi rostro y relajarme, pero eso no surtió efecto.

El sueño abandonó mi cuerpo y sentí que fue la noche más larga, porque estaba fundido en mis pensamientos y en ellos solo podía estar un solo rostro.

Ella, la mujer de mi vida, la única mujer que había llegado para quedarse muy dentro de mí corazón, haciendo de él un hogar.

Pensé en la primera vez que toqué su cuerpo...

Bahar y yo siempre fuimos inseparables. Desde que llegué a la casa como hijo adoptivo, me sentí algo excluido por Murad, y ella con su dulzura y su compresión, intentó acercarse a mí.

Sonreí al recordar ese momento tan bonito, el cual nunca iba a desaparecer de mi memoria hasta que partiera de este mundo.

Cuando Bahar y yo crecimos, siempre nos quedábamos dormidos viendo maratones de películas de acción. Mamá venía a nuestra habitación y me cargaba en sus brazos cuando niño, pero después no le dio importancia y se acostumbró a eso, ya que era algo absolutamente normal.

Ese día no nos quedamos dormidos, no, porque desde hacían unos meses me quedaba contemplando en silencio su belleza y sentía un cosquilleo, me faltaba el aire cada vez que mis manos tocaban las suyas.

No entendía nada de lo que pasaba conmigo. Esos sentimientos eran desconcidos para mí, pero eran bonitos, eran tiernos y me sentía muy feliz, sentía que estaba navegando sobre sábanas de seda.

Y cuando ella se acostaba en mi pecho, sentía una paz inmensa.

—No tienes sueño, Bahar — pregunté, ni siquiera le estaba prestando atención a la película, solo me observaba de vez en cuando de soslayo.

—No, no tengo sueño Kemal— respondió. Me dedicó una sonrisa nerviosa y sus mejillas se tiñeron de un leve color rojizo.

—¿Por qué me miras así?— cuestioné — ¿Acaso quieres... Quieres —deje la pregunta en el aire para provocar suspenso—, quieres que te haga cosquillas.

Salté sobre ella, con los dedos vueltos garras y ella se encogió en la cama riendo sonoramente.

—Para— me ordenó, riendo — por favor, ya para.

Así lo hice, pero tarde me dí cuenta de que estaba encima de ella y que sus ojos me observaron con curiosidad y nerviosismo.

—¿Qué sucede?

Mi cuerpo estaba temblando y mis manos sudadas. Mi corazón latía a mil porque jamás me había sentido tan cautivado por tanta belleza, como la que poseía ella.

Miré sus labios, esos hermosos labios carnosos que estaba loco por probar, pero no podía dejarme llevar por  mis instintos primitivos ya que no quería irrespetarla.

—Eres muy hermoso —dijo sin dejar de contemplar mi rostro— tengo ganas de... Besarte. Bésame, Kemal.

Abrí los ojos con sorpresa por esa propuesta indecente.

—¿Estas bromeando?— mi tono fue dudoso y algo nervioso. Me pareció algo raro que esa propuesta proviniera de ella, y al mismo tiempo, sentí un alivio porque no era yo el único que sentía esta atracción por ella.

—No Kemal, no es broma—susurro.

Mi corazón se detuvo por unos instantes, era como una sensación similar a la disnea pero se sentía tan bien. Ese vacío en mi pecho que me provocaban esos sentimientos de anhelo, porque sí, anhelaba tenerla así y, más que todo deseaba perderme en sus labios.

Pero en cierto modo me daba algo de miedo, pavor y vergüenza por la moral y el cariño familia que sin duda eran importantes y fundamentales para que la familia se mantuviera unida.

Sin embargo, los sentimientos por ella eran fuertes, y estaban ahí, por más que intentaba negarlo, por más que intentaba decirme a mi mismo que solo era un cariño fraternal y que no tenia nada que ver con sentimientos entre dos personas que se gustaban.

La primera vez que comencé a sentir esta sensación, fue cuando empecé en la adolescencia. Ella siempre buscaba mi contacto y siempre nos pasábamos todo el tiempo libre juntos los fines de semana.

Juro que pensé pero por un instante quería hacer que mi consciencia moral quisiera dejar de convencer mi corazón, el cual latía desquiciado por esa pequeña chica preciosa.

Bahar tenía diecisiete años recién cumplidos, yo era más adulto que ella, yo tenía diecinueve en ese momento. Sin embargo apesar de que era más joven que yo no importaba la diferencia.

Y así lo hice, acerqué mi rostro hacia el de ella y cerré mis ojos. Sus labios y los mios se acoplaron a la perfección, como si estos habían estado esperando encajar.

Deseaba con todo mi ser probar la textura suave de su boca y poseerla, y ser el responsable de todos sus suspiros de pasión.

Ella me correspondió aunque sin torpeza. Apesar de su inexperiencia  habíamos visto varias películas y, por instinto, nuestros labios supieron qué hacer y como moverse.

Su lengua y la mía se acariciaron entre sí, y luego sentí como una corriente eléctrica invadía cada espacio de mi cuerpo. Cuando su lengua hizo contacto con la mía el beso dejó de ser tierno, se convirtió en algo pasional, en algo carnal. Sí, esa era la definición, porque mi cuerpo reaccionó de una manera inconsciente.

Mi cuerpo reaccionó como esas mañanas en las que me levantaba con una erección.

Abrí los ojos de golpe y fue como un balde de agua fría. Reaccioné de inmediato y me dí cuenta de que besé a mi hermana. Tenía vergüenza. Demasiado miedo por esas sensaciones carnales que sentí por ella. Me sentía muy impotente porque por un lado, mi moral decía algo y lo que sentía era otra cosa distinta.

—Lo siento— dije.

—¿Por qué?— se removió inquieta y levantó su eje. Estaba con la respiración agitada y temblorosa a causa de esa caricia cargada de pasión.

—No debí besarte de ese modo, soy tu hermano mayor.

Sonrió anonadada.

—Hace tanto tiempo que quería decirte las cosas bonitas que me haces sentir.

Tomó mi mano y la colocó en su pecho. Su corazón latía demasiado fuerte. Me quedé estático analizando las palabras que dijo y un sentimiento de ternura invadió mi pecho.

—Siente mi corazón, mira como late y eso solo lo provocas tú, nadie más.

Sonreí y me volvió acercar.

—Cuando estás conmigo me siento protegida.

—Yo también me siento así, y lo que siento es infinito... Porque el temor que siento demasiado grande. Apesar de que no seas hermanos, la moral y la norma dicen que no deberíamos gustarnos de esa manera. Sin embargo, tengo unas ganas de perderme en esos labios. Eres una tentación...

Cerré los ojos y volví a besarla, con ternura. Mi corazón iba a salirse de mi pecho. Esto que sentía nublaba tanto mis sentimientos y sentidos que no me importó nada de lo que pudiera pasar después.

Yo estaba enamorado de Bahar, estaba demasiado loco por ella.

No sé cómo, pero a causa de la tensión que sentí cuando nos estábamos besando, le quite la blusa y comenzamos a frotarnos con nuestras pelvis.

Quería demostrarle las cosas que me hacía sentir, así que no dejé en ningún momento de besar esos hermosos labios.

Ella gimió contra los míos al sentir mi parte intima frotarse contra esa parte sensible de ella.

La besé por el cuello, repartiendo besos húmedos desde la parte donde se encontraba la oreja hasta la clavícula. Y ella mantenía los ojos cerrados a causa de lo extasiada que eso le ponía.

—Kemal— protestó cuando rompí el contacto contra su pelvis y me incliné para repartir besos sobre su pechos, los cuales no estaban expuestos a causa del sostén que llevaba. Estaba loco de quitar ese brasier y esconder mi cara en esos pequeños pechos.

Ella arqueó la espalda cuando mi lengua acarició esa zona y jadeó nuevamente y eso envío otra corriente eléctrica y comenzó a cosquillear mi entrepierna.

No quería hacerle daño, inclusive estaba preguntándome si ella quería lo mismo que yo. Si ella quería hacer el amor conmigo.

—Hazme tuya— me pidió— quiero ser solo tuya.

—No puedo Bahar, no deberíamos. Sabes que somos hermanos.

Pero no dejaba de querer estar a su lado, no quería dejar de estar encima de ella apesar de esas palabras que le dije.

—No lo somos biológicamente, así que puedo sentir esto por ti con libertad.

—Bahar...

—Es mi primera vez, y quiero hacerlo contigo. Estoy segura.

Se sentó y con facilidad desabrochó el sostén y lo deslizó por sus brazos. Bajé la mirada hasta esos pequeños y redondeadas aureolas rosadas y se me hizo agua la boca.

Sentí una corriente eléctrica en mi espina dorsal y mi erección en mi entrepierna dolió aún más, porque estaba deseoso de... Eso, embestirla y explorar cada parte de su cuerpo.

Se quitó el pantalón de pijama. Yo no dejé de observar cada movimiento de ella y ella nunca dejó de mirarme a los ojos.

Se quedó tan solo en ropa interior y observé sus grandes caderas redondeadas, y esa cintura tan pequeña, tenía curiosidad por saber qué había debajo de esa tela que se encontraba en medio de sus piernas.

Temblé ante la vista, me sentía intimidado, nervioso e inseguro, no quería cometer un error del cual iba arrepentirme todo la vida.

—¿Te gusta?— su voz se volvió más suave, más tierna y más sensual era musica para mis oídos.

Se acercó levemente con inseguridad, hasta que nuestra distancia se acortó un poco.

—Si— respondí — eres muy hermosa, muy bella.

—¿Me harás el amor? ¿Vas a tocar esta piel que te desea con tanto fervor y con tanta intensidad?

—¿Por qué quieres hacer el amor conmigo? —inquiri

—Porque es lo que hacemos las personas cuando amamos a alguien.

Deslizó las bragas por los tobillos y cuando ví esa parte que parecía ser suave y sensible me quedé sin palabras.

Esos pequeños labios, esa textura, su color. Oh, Dios mío, me había quedado sin palabras y el dolor de mi erección estaba palpitando desquiciado en mi entrepierna.

Cuando se acercó a mí, empujó con delicadeza mi torso y quedé recostado en la cama, estaba débil, muy débil y anonadado por tenerla desnuda encima de mí.

Primero fueros sus piernas y luego su pelvis. Cuando se colocó a horcajadas, su pelvis se pegó a la mía y se movió en un vaivén. Tensione la mandíbula y una mueca de placer desencajo todo en mí.

Entonces no pude contenerme más. Mi mano se aferró a esa delicada nuca y de repente volví a acomodarme encima de ella.

Y la besé, bese sus labios con delicadeza y con sumo cuidado, mientras mi pelvis se movía por instinto sobre la suya. Era tan placentero el tacto que el cosquilleo comenzó a intensificarse conforme a los movimientos de muestras pelvis y si eso se sentía de ese modo—, pensé—, que sería estar dentro de ella.

Repartí un camino de besos sobre sus abdomen y ella se estremeció por la sensibilidad que desprendía esa suave y delicada piel ante el tacto de mis labios. Cuando bajé a es piel suave, abrí un poco sus piernas para que me diera más acceso a ese precioso a esa parte sensible.

Con mi lengua, comencé a dar suaves movimientos en esa pequeñita perla, ella gimió y se removió, pero yo la agarré fuerte para darle estabilidad a sus piernas.

—Kemal— mencionó mi nombre con voz temblorosa, cuando ataqué con violencia de manera circular su clítoris y con mis labios comencé a darle succiones por segundos.

Chilló, levanté la mirada para ver esa mueca sexy de placer, su boca abierta y su mirada perdida y su cuerpo, ese que nunca pudo quedarse quieto en el colchón con el eje levantado.

Su pelvis se movía buscando mi boca y mi lengua no dejaba de lamer y probar

ese sabor tan exquisito, su coño se humedeció aún más, y lo supe cuando introduje uno de mis dedos con suma delicadeza en esa delicia de coño.

Primero fue superficial, sin embargo cuando dilató lo suficiente, y se acostumbró al tamaño de mi dedo, comencé a embestirla con delicadeza, y no pasó mucho tiempo para correrse. Ella tuvo un orgasmo muy intenso, derramó su miel en mi boca, esa miel que sabía deliciosa y que deleitaba mi paladar.

¡Dios! Es que no había sonido más magnífico que sus gemidos.

Escucharla gemir era tan excitante, tan placentero. Quería grabar en mi memoria todos esos sonidos excitante que yo le provocaba.

Mi ropa voló hacia el suelo y nos quedamos piel con piel, el roce de sus aureolas en mi pecho y mi pene duro y firme en su entrada estrecha.

No me quería mover, no quería hacerle daño, aún cuándo ella estaba preparada para recibirme.

—¿Estás bien?— le pregunté —¿Quieres que lo haga? ¿Te sientes cómoda.

Sonrió débilmente.

—No deseo nada más en la vida que hacer el amor contigo.

La besé superficialmente.

—No dejes de mirarme en ningún momento —le pedí.

—No dejaré de hacerlo Kemal.

—Me gustas, Kemal, me gustas mucho.

Acaricié sus labios de arriba hacia abajo.

—Tu también me gustas mucho linda.

Empujé mi pelvis con suavidad y ella arrugó el ceño al sentir esa leve molestia, y clavando sus uñas en mi hombro mientras yo ingresaba a su pequeño Universo. Por otro lado, cuando la punta de mi pene se encontró con esa parte sensible, sentí presión,  pero una presión placentera y un cosquilleo al friccionarse nuestras pelvis, esta vez más intenso y exquisito.

Respiré hondo, cuando mi miembro entro en ella totalmente.

—¿Cómo te sientes? ¿Te duele?

—Si— asintió con la cabeza con una leve mueca de incomodidad.

—¿Quieres que pare?— cuestione, lo que menos quería era hacerle daño.

—No, pero hazlo despacio. ¿sí?

Asentí.

Besé su cuello para que se olvidará de ese dolor que se interpuso entre nosotros, bajé a su clavícula, ella cerró los ojos y entre abrió la boca para jadear sonoramente.

Volví a su boca y unifiqué su lengua con la mía. Esas sensaciones que me provocó ese beso me hicieron moverme por instinto.

Y ese tacto piel con piel, sin cuidado alguno, era tan placentero que nos hicieron suspirar a ambos. Ella me apretaba, mucho, me encantaba esa sensación agradable y placentera, cuando esos músculos tibios y estrechos aprisionaba mi miembro.

—¿Asi es como se siente?— pronunció, con la respiración que estaba apunto de descontrolarse—. No pares, continúa así.

—Si— le respondí extasiado— se siente tan delicioso. ¿No crees?

Asintió y mordió sus labios

Embesti suavemente, y deslicé mi mano por una de sus caderas. No cerré los ojos por nada del mundo; quería ver su rostro, sus expresiones de placer y grabarme en mi cabeza cada escena de esta acto tan glorioso, tierno y sublime.

—No lo haré— dije— no dejaré de.... Estar dentro de ti.

Subí su mano a la altura de la almohada por encima de su cabeza y enlace mis dedos con los suyos. Mis movimientos eran suaves pero profundos, apreté su cadera y por instinto me empuje en ella más de prisa y sus dedos se apretaron en los mío con rudeza, a causa del placer que le estaba haciendo sentir.

—Quisiera que este momento nunca se terminara, Kemal— pronunció, sin dejar de mirarme a los ojos y con dificultad, por la respiración tan sofocada a causa de mis duras embestidas—. Se  siente tan delicioso cuando te deslizas así. No imaginas cuántas veces imaginé este momento — gimió, apretó los labios y sus piernas no se pudieron quedar quietas; la sentí tan contraída, tan apretada tantas veces que quise morir de placer. En ese mismo momento en el que ella se vino su miel transparente se derramó sobre mí miembro.

—Me encanta como... — suspiré—. Haces esos movimientos. Cuando lo aprietas, preciosa.

Subí la mano que estaba en la cadera a su cuello y lo envolví con suavidad mientras ponía la rodilla en la cama; ella se abrió aún más para facilitar más el contacto.

—¡Oh Dios mío!—lanzo un gemido chillón y sus pequeños pechos comenzaron a rebotar por lo fuerte que había comenzado a hundirme en ella.

Sus ojos se pusieron en blanco y se fueron cerrando lento, con cada dura estocada que le proporcionaba. Subí la mano que estaba en mi cuello a su mandíbula Subí la mano que estaba en mi cuello a su mandíbula y la apreté con fuerza, y mis dientes se apretaron y mi boca se tensiono ante el cosquilleo y la temperatura que me proporcionó ese placentero coño, porque estaba húmedo, resbaloso y jugoso.

—Eres mío, solo mío.

—Y tu eres mía, solo mía.

Embesti más rápido, mi virilidad palpitó y de ese mismo modo me derramé en ella con un jadeo que retumbó la habitación. Me aferré a ese pequeño cuerpo, hasta que que el palpitar de mi corazón se normalizó.

Narra Bahar

Gül se fue y yo me quedé despierta después de tomar un baño y ser obligada a tomar ese horrible café cargado.

Me senté en uno de los muebles en frente del espejo y vi mi estado demacrado.

Acaricié mi estómago y mi mente viajo a esos recuerdos.

Diez años antes.

Creo que... Estoy embarazada, Gül, tienes que ayudarme— le pedí.

—¿Qué?

El llanto invadió mis ojos.

—¿Estuviste con Emir antes del matrimonio?

—No Gül, me acosté con ya sabes quién.

—¿Qué? Espera. ¿Te acostaste con...?— dejó salir el aire —te dije que no lo hicieras. Una mujer no puede dejarse llevar por sus hormonas y menos nosotras. ¿Qué vamos hacer? Si nuestros padres descubren que estás embarazada, si es que lo estás, te van hacer daño.

—¿Cómo es la cosa?— escuché una voz femenina la cual le pertenecía a mamá—. ¡Bahar, repite lo que dijiste!

Me ordenó mi madre y yo temblé.

—Gul, déjanos solas— Gül tragó saliva, aterrada, se levantó de la silla pero antes me miró y me dijo que lo sentía. Antes de irse mi mamá la agarró bruscamente por el brazo —. Si sabes lo que conviene olvidarás lo que ella dijo.

—No iba... A decirle a nadie— habló con voz asustadiza y temblorosa.

Gül salió y cerró la puerta, mis lágrimas cayeron, mi corazón estaba descontrolado y mi respiración muy sofocada.

Estaba pérdida.

—Bahar, sé que te estás viendo con alguien, pero todavía no se quien es... Hija, por favor, dime qué no estás embarazada de ese hombre, dime qué no te has acostado con él.

—Mama, por favor, no me quiero casar, no me quiero casar con él. Yo no lo amo.

—Me dijiste que él te gustaba... ¿Por qué cambiaste de opinión?

—Porque Emir no es bueno para mí, él no es una buena persona.

—¿Quién es ese hombre, Nürbahar? ¡Quién es!

—No te lo diré, maldita sea, no te lo diré.

Me abofeteó y tiró de mi brazo.

—¡¿Cómo pudiste hacerlo?! ¡Eres una zorra! Yo no te eduqué para eso. ¡Pero vas abortar a ese bastardo!

—No lo haré, no lo mataré a mi hijo.

—¡Cállate! ¿No te das cuenta que tenemos un trato? No puedes estar embarazada de otro hombre, demasiada osada fuiste en darle tu virginidad. Hasta ahí puedo ayudarte. Si no abortas te van a matar junto al bastardo. Es el o tú. Si me llego a enterar quien es ese hombre hablaré con tus tíos para que lo asesinen, así que ya sabes. O dejas verte con él o morirá.

Abrí los ojos  observando un cofrecito y vi las diminutas medias que estaban ahí, estaban desgastadas.

Yo misma la borde cuando me di cuenta que esperaba a mi bebé, aunque estaba muy asustada yo lo amaba con todo mi ser desde que supe que estaba formándose en mi vientre.

—No pude protegerte mi amor. No pude hacerlo. Ni siquiera fui capaz de retenerte en mi vientre. Yo siempre te voy amar, nunca dejo de pensar en ti. Aunque no llegué a conocerte ni saber cómo ibas a ser, te ame desde el primer momento que supe de ti. No sabes el vacío que dejaste en mi corazón, bebé.