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Chapter 3 - La mujer que se colgó de su brazo

Ese momento tan perfecto y tan sublime donde solo éramos él y yo. La gente ni siquiera nos estaba observando, solo las personas que tomaban fotos para los periódicos.

Pero esas personas no eran nada en ese momento tan perfecto.

Aspiré su rico aroma y me dejé llevar por esa fragancia masculina, su olor me llevó a todas las veces que me acarició y me dio su hombro para recostarme. Pequeñas cosas que alguna vez eran normales pero esa vez, ansiaba quedarme para toda la eternidad fundida en ese abrazo.

Desde luego que sería demasiado pedirle al destino, pero ese momento sublime se desvaneció, porque escuché una voz.

—Kemal. ¿Quién es ella.

Abrí los ojos y me separé de él, mi cuerpo se estremeció de la vergüenza cuando miré los ojos de esa mujer la cual traía  una mirada confusa.

Kemal me agarró por los hombros, me sonrió y luego ví que le sonrió.

—Ella es Bahar, la mujer de la que te hablé. Ella es mi hermana— respondió y yo le sonreí embelesada.

—Ah, Hola— la mujer quiso darme su mano y yo la observé nuevamente. —Soy Samira yilmaz.

Le dí la mano fingiendo amabilidad.

—Un placer conocerte Samira. Mi nombre es Bahar Yildiz.

La mujer se acercó a Kemal y se colgó de su brazo. Demonios, los celos hicieron su aparición. Quién era esa mujer. ¿Acaso era su pareja? Cosa que, si era cierta, yo nunca lo supe. Me preguntaba por qué, mi mamá siempre tenía algo que decir de su hijo Kemal.

—¿Dónde está Emir? — preguntó —. No lo he visto por aquí.

—En Esmirna— le respondí. — Ya lleva unas semanas allá. Es la inauguración de una nueva compañía, así que temporalmente va a quedarse allá.

Mi corazón estaba palpitando de... rabia. No podía dejar de dedicarle miradas furtivas al agarre de la mujer en su brazo, el brazo que debía estar enredado en mi cintura.

—¿Y tú cómo has estado?— me preguntó y esbozó una débil sonrisa —. Estás tan bella.

Lo miré sin ningún disimulo de mi parte, era imposible que después de tanto tiempo sin poder contemplarlo me iba a abstener de hacerlo. Pero esa maldita mujer estaba colgada de su brazo como si alguien estuviera planeando llevárselo y secuestrarlo.

—Muchas gracias Kemal.

Miré a la mujer cuya mirada estaba repasando mi figura y mi lenguaje corporal, parecía estar algo alerta. Genial, estaba viéndome como una competencia. Y tenía las de perder porque esta noche él iba a ser mío. Jamás perdería esta oportunidad de llevarlo a mi habitación y cabalgar su virilidad.

Ganas no me faltaban de decirle que sobraba en esta conversación, sin embargo, mordí mi lengua. No podía ser descortés con la invitada aún si eso iba a conllevar verla colgada de su brazo.

—Cariño, voy a buscar algo de tomar— habló Samira—. ¿Te apetece algo?

Le dedicó una sonrisa tierna.

—No te preocupes, por ahora no quiero nada, muchas gracias.

La mujer se dio la vuelta y se alejó de nosotros, la atención de Kemal volvió a estar puesta en mí.

—¿Cuándo viniste?— le pregunté.

—Vine hoy en la tarde— contestó—. Pero estaba algo ocupado.

—¿Te quedarás?

Por favor dime qué sí.

—Me quedaré un tiempo. Emir quiere darme un puesto en la empresa.

¡Por Dios! Esto no podía creerlo.

Después de tanto tiempo de correr, de esconderse, de pensarlo en las madrugadas y derramar lágrimas de tristeza, se iba a quedar en la mansión.

—Eso está genial — reí—. ¿Sabes si ya te arreglaron la habitación? ¿Qué habitación quieres? Supongo que la misma de siempre.

—Me voy a quedar en un apartamento. — respondió—. No me puedo quedar aquí.

Algo se descompuso dentro de mi pecho. Esas palabras surtieron un efecto negativo, y me desanime. ¿por qué no se quedaría aquí? ¿Acaso no quería verme todos los días?

— Pero este es tu hogar Kemal— le dije—. Sabes que no tengo ningún problema en que te quedes.

—Lo sé, pero Emir me dijo que nos iremos a Rusia de manera provisional. Sabes que se inauguran varias empresas. Esta es una buena oportunidad porque estamos abarcando territorio.

—Ah, entiendo.

—Kemal hijo...

Melek llegó hasta él y abrió los brazos, él le sonrió y la abrazó.

—Hola mamá. ¿Cómo estás?— le preguntó con ternura —. Te extrañé mucho.

—Ay mi bebé ya es todo un hombre— se separó de él y lo miró de arriba abajo observando cada detalle, fascinada.

—Estás más bella en persona que en las llamadas— le halago

—Ay mi amor, no te creas, estoy producida—. hizo un ademán con la mano.

—No mamá, tú siempre has sido bella, con o sin maquillaje.

Reí, sin dejar de mirarlo, de igual manera él también me dedicaba miradas fugaces y sonrisas. Kemal me estaba observando con deseo como esas veces que me hizo suya.

Negué con la cabeza cuando las mejillas se me calentaron. Diablos ya no podía esconder este deseo.

Mi mamá desvío la atención hacia mí.

—Hija por esto regresamos de vacaciones, era una sorpresa que tenía guardada para ti. Kemal tenía cinco años sin venir y sé que lo extrañabas mucho.

—¿Enserio mamá?

— Sí cariño.

— Mamá quiero presentarte  a una persona—. dijo, mientras sostenía a Melek de los hombros. Samira se aproximaba con unas bebidas en las manos.

El pecho se me contrajo al entender lo que estaba apunto de suceder.

—Ella es Samira, mi novia — habló nuevamente y Samira le sonrió. Mi mamá abrió los ojos con sorpresa y sonrió abiertamente.

—Al fin. —le dio un beso en las mejillas —. ¡Al fin Kemal! Dios no puede creerlo. ¿cuándo será la boda?

La chica sonrió— Un placer señora.

—Ay cariño solo Melek y eres más bella en persona. Bienvenida a la familia, espero que haya boda pronto.

— Muy pronto señora— le sonrió ella—. Hasta me pidió matrimonio.

Le enseñó el diamante que llevaba alrededor de su dedo y Melek tomó su mano con emoción.

—Es muy bonito, felicidades. Te lo tenías muy callado— lo dio un golpecito con el codo.

—No me había dado tiempo de decirte, por eso aproveché esta ocasión para presentar a mi futura esposa. Lo haré oficialmente en la cena así que ya sabes mamá, no se lo digas a nadie.

Carraspee un poquito.

—Creo que... Debo irme.

El corazón se me partió en mil pedazos y ya no sabía cómo respirar y me sentía muy estúpida porque pensé que él también sentía lo mismo que yo.

Pero era mi culpa por creer que las cosas iban a ser igual que antes. Tal vez este escape a otra realidad me hizo quedarme en el pasado cuando éramos más jóvenes y me dio una chispa de esperanza. Qué tonta. Pero debía despertar, debía hacerlo y volver a mi triste realidad.

Debí hacerle caso a Kemal y escapar con él cuando tuve la oportunidad, pero conociendo a las personas que nos gobernaban jamás hubiéramos podido lograrlo. Yo era una mujer, yo les pertenecía. No podía luchar con hombres poderosos porque a pesar de todos los beneficios que obtenía no podía obtener lo más importante que tiene un humano: su libertad.

Ella lo hacía feliz además de bella. Sus ojos marrones eran grandes y su cabello negro era largo y sedoso. Además, era una mujer de alta sociedad y educada. No estaba relacionada con esta familia, podía estar con ella en libertad y casarse con ella cuando quisiera, nadie lo detenía.

—¿Cariño porqué te vas?— inquirió mi madre y frunció el ceño buscando alguna queja de mí.

No quería hablar, no quería que mi voz se rompiera, no quería que las personas supieran que me había afectado algo y que él supiera que mi corazón estaba latiendo desquiciado por él. No quería que él supiera que fantaseaba todas las noches porque me iba a sentir ridícula.

Y yo que me estaba haciendo ilusiones con él, quería llevarlo a mi habitación y hacerle el amor, descargar estás ganas acumuladas que le tenía y perderme en su piel.

—Se me olvidó algo... En... Mi habitación. Si..  en mi habitación — señalé. Ni siquiera lo miré, no quería que viera que mis ojos estaban cristalizados y que prontamente, al llegar a la habitación me iba a volver un mar de lágrimas.

—¿Te sucede algo?

Esa pregunta la hizo Samira, ese interés por saber qué me pasaba, tal vez era genuino pero no pude determinarlo porque no la miré a los ojos. Solo quería salir de ahí.

—De verdad, no pasa nada.

Intenté que mi voz no saliera magullada así que lo logré, salió clara y precisa, me tragué el nudo que se había instalado en mi garganta.

Cuando llegué a mi habitación cerré la puerta y me deslicé lentamente en la madera, mientras las lágrimas caían. Lloré con desconsuelo y ahogué esos malditos sollozos.

— Debí saberlo. Soy una tonta por pensar que yo estaría con él— murmuré.

Recordé sus cálidos brazos y el aroma de su perfume cuando me abrazó, quería guardarlos en mi memoria y atesorar cada recuerdo de él.

Que masoquista era porque aún así estaba queriendo tener una parte de  lo nuestro ya vivido en mi memoria. No debí emocionarme, porque de igual manera no íbamos a estar juntos nunca, pero como me hubiera gustado hacer el amor con él. Él había olvidado o intentaba hacer parecer que nunca hubo algo entre nosotros.

Era egoísta de mi parte sentirme mal por esto él tenía derecho a rehacer su vida. Sin embargo me rompió el corazón porque esta fue la primera novia oficial que presentó. Pensé que existía un sentimiento hacia mí y que por eso él nunca había iniciado nada serio pero me equivoqué.

Colgué el vestido en el perchero y peine mi largo azabache pelo lacio y desenredé los nudos que se le formaron. Me miré en el espejo, el marrón de mis ojos se veía opaco y el maquillaje se dispersó en los ojos, un color leve negro se encontraba debajo de mis párpados, las lágrimas de dolor se secaron dejándome un alivio y a la misma vez cansancio quería dormir para olvidar todo.

Hubiera deseado con todo mi ser que Kemal se hubiera quedado donde estaba, todo menos que trajera a una mujer con él.

—¡Ya deja de pensar en estas cosas! Diablos.

Por eso no quería quedarse en la mansión porque ya tenía su vida con ella, quería más privacidad.

Un toque en la puerta me hizo limpiar esas lágrimas secas con un algodón rápidamente para esconder que había llorado.

—Cariño— llamó mamá —. ¿Puedes abrir la puerta por favor? Necesito que hablemos.

—Ya voy mamá — rodé los ojos con molestia.

Me levanté del mueble y me encaminé hacia la puerta, la abrí levemente y ahí estaba ella, sus ojos me observaban con preocupación y desconcierto.

—¿Por qué te fuiste así de la fiesta? Sabes que eres la mujer de esta casa Bahar, no puedes actuar así, debes de ser buena anfitriona.

—Solo estoy cansada mamá. ¿Puedes entender eso porfavor? ¿Por qué no puedo hacer lo que se me dé la gana con mi vida? ¿por qué tengo que darte explicaciones de todo lo que hago? ¿No puedo simplemente hacer algo y no darte explicaciones

—¿Estuviste llorando?— acarició mi barbilla y yo me tensé, tenía miedo de que descubriera que lloraba por él, ¿acaso fui tan obvia?

— Mamá yo...

—Cariño…— soltó mi barbilla levemente y se acercó lentamente, plantó un beso en mi frente y me abrazó contra su pecho—. Ya sé que estás enamorada de Emir, y que lo extrañas... Debes recuperar tu matrimonio con él para que puedan vivir los dos en armonía.

Como si fuera por él, es probable que hubiera llorado más por un insecto muerto que por Evliyaoglu, pero tenía que guardar apariencias.

—Yo sé que es difícil llevar un matrimonio de diez años, que la chispa a veces se apaga pero con esfuerzo se puede mantener encendida. Eres una mujer inteligente, puedes hacerlo cariño. Este matrimonio es para toda la vida, así que deben hacer un esfuerzo si quieren vivir en paz.

— Mamá yo no quiero este matrimonio infeliz, me quiero divorciar ya no quiero vivir así, Emir no me ama.

—Pero tu lo amas— levantó mi barbilla y me dedicó una mirada cargada de dulzura, quería decirle que lo aborrecía con todo mi ser pero no podía, porque lo que menos quería era hacerla sospechar de lo que pasó entre Kemal y yo—. Si lo amas, haz que te ame.

Asentí con desgano y me alejé de su agarre lentamente, me volteé y me volví a sentar en el mueble frente al espejo.

—Tu hermano se quedó muy preocupado cuando te fuiste, fue muy grosero de tu parte no prestarle la atención que merecía después de tantos años de ausencia — volvió a repetir.

Yo no creía eso porque estaba claro que se fue para evadirme pero ella lo ignoraba porque ni siquiera imaginaba lo que pasó entre nosotros.

—Si lo sé mamá — respondí hostigada—. Te dije que no me siento bien, ¿de acuerdo? Ya basta mamá mi hermano lo va a entender.

Torcí los ojos y lancé un gruñido.

—No me hables así, sabes que te digo la verdad. Necesito que te comportes, no quiero que haya problemas. Me iré pronto a mi casa y voy a dejar a Mónica encargada de ti. Espero que no te moleste y que entiendas que si te mantengo vigilada es por tu bien, eres muy rebelde tienes que ser mansa es parte de tu feminidad.

—Si está bien, comprendo perfectamente. Si no tienes nada más que decir quiero que salgas y cierres la puerta. Me duele la cabeza.

Quería desaparecer, esta noche fue muy larga y parecía nunca acabar. Ojalá hubiera nacido con libertad y no en esta jaula de oro donde todos querían manejar mi vida.

Hubiera estado feliz, ejerciendo mi carrera y siendo esposa de él, del único hombre que amé sin medidas.