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—No soy una niña, ¿por qué deberías preocuparte? —Mónica Baldwin cubrió la mano de Víctor Chadwick y sonrió—. No te preocupes, todo está perfecto.
—He sido aplastado durante tanto tiempo... es hora de que tenga mi momento de gloria —Víctor ajustó su tono para igualar el de su fan—. El evento de mañana no es tan importante, pero es tu primera aparición después del parto, y es una prueba...
Una oportunidad perfecta para probar que Kimberley Briar es una tonta.
—¡Entiendo! —Mónica asintió.
—Vamos a probarte en unos días. Ahora mismo, todo lo que puedo imaginar es verte en ropa antigua —Víctor habló al reflejo de Mónica en el espejo—. Eso sería perfecto.
De hecho, Mónica también se imaginaba a Víctor en su atuendo de emperador, lo cual seguramente sería impresionante.